“A menudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera
satisfacción…”, comienza una conocida canción del maestro Serrat y no le falta
razón. Sin embargo, sin conocer a
los progenitores de esta criaturita de 20 años, me atrevo a afirmar que empezó
a idear su performance en la sede de Chamartín del PP madrileño; lo que viera
allí solo lo saben sus miembros, a quienes el joven Fran adoptó como “padres
profesionales” y, como alumno aventajado, puso en marcha sus enseñanzas para
asombro de propios y extraños.
Su apariencia aniñada contrastaba, al parecer, con una labia
prodigiosa que, añadida a su vestimenta impecable, pelo engominado, postureo
atildado y un catálogo de contactos envidiado por lo más granado del cuerpo
diplomático, daban credibilidad a su fértil imaginación protodelictiva. Cuando los demás postadolescentes
practicaban juegos de rol en castillos inventados, él desarrollaba su partidas
en el Palacio Real con personajes reales y Reales.
Siempre me ha llamado la atención qué debe pasar por la
cabeza de un niño que, de mayor, quiere ser árbitro. Cuando los demás fantasean jugadas y goles de sus ídolos
futbolísticos, ellos sueñan mostrar una tarjeta roja al Messi o Ronaldo de
turno, para regocijo o indignación de una grada enfervorecida. En su caso, Fran tenía sus ensoñaciones
fijadas en medrar en el Partido, mediar en la concesión de licencias
urbanísticas o inversiones millonarias y ser recibido en su banco suizo con una
botella de Moët. ¿Imaginación
desbordada o aprendizaje enfermizo?
Ahora, todo el que le trató afirma que le habían calado, que
despertó sus sospechas desde el primer día y que le daban cancha para no
causarle un trauma porque, qué poco cuesta hacer feliz a un niño. Lo cierto es que se la coló a todos,
sin excepción. No se explica de
otra manera su presencia activa en numerosos actos, sentado en primera fila o
moderando debates con su admirado Aznar, debidamente acreditado y dando
instrucciones o consejos a miembros de la cúpula Popular y ya, de traca,
haciéndose pasar por agente del CNI, de su división infantil, supongo.
El caso es que lo han pillado por hacer lo que sus
mayores: Tratar a los catalanes
como si fueran gilipollas. ¿De
dónde habrá sacado este muchacho la idea de pedir dinero a los abogados de
Pujol para “suavizar” la evolución judicial de su caso? No sabemos pero, la imaginación, por
muy productiva que sea, siempre saca las ideas de algo que se ha oído alguna
vez en alguna parte.
Cantaba el maestro Serrat en su estribillo: “Niño, deja ya
de joder con la pelota, que eso no se dice, que eso no se hace, que esos
cojones no se tocan”. O algo así…
Una excelente banda sonora del maestro Serrat para un ingenioso guión de una película de "ciencia-aficción". Felicitaciones!!!
ResponderEliminarUn futuro "político profesional"Este niñato debería saber que para política se deben estudiar ciertas asignaturas que en el PP desconocen. Bueno... En el PP y en el PSOE y demás.
ResponderEliminarY si le habían calado ¿por qué le regalaban gomina?
De aquellos polvos....estos lodos o Dios los cría y ellos se juntan.Tampoco es extraño en el ppsoe puedes ser un sinvergüenza y llegar muy alto...A las pruebas me remito.....la historia está ahí.
ResponderEliminarComo dice el refrán de un pensador argentino: "las aves se reúnen por su plumaje". Este muchacho sintió el llamado las gaviotas y se adaptó a sus costumbres.
ResponderEliminarMuy acertada la descripción del individuo este y el final apoteósico ,e encanto
ResponderEliminar