Así, de sopetón, puede que el título produzca algo de
asombro; “Este chico salió anoche y se ha puesto a escribir bajo los efectos de
la fiesta”, pensará alguien. Nada
más lejos de la realidad. El
término “radical” solo hace referencia a su sentido etimológico: Relativo a la
raíz. Repasemos la historia:
Todos conocemos el origen de “Democracia”, procede del
griego Demos (pueblo), Kratos (gobierno), con el sufijo Ia (cualidad de); es
decir, es el “Gobierno del Pueblo”.
Hasta ahí, todo muy bonito.
Es menos conocido el contexto en el que nació ese
concepto: Alrededor del año 500
a.c., Atenas era gobernada por aristócratas y tiranos que participaban de modo
activo en el gobierno de la Polis (ciudad), recibiendo el apelativo de
Políticos. El resto de habitantes:
pobres, siervos y esclavos, no tenía ninguna influencia en las decisiones que
se adoptaban y eran denominados Idiotas.
Vemos entonces la similitud del concepto primigenio de
Democracia, aplicado radicalmente por Mariano Rajoy y todas las
administraciones regidas por el Partido Popular: Solo hay dos tipos de ciudadanos, los políticos y los
idiotas. Tampoco seamos
simplistas, el Sistema ya estaba ahí y ha sido aprovechado por los sucesivos
gobernantes pero, es indudable, la mal denominada Crisis ha supuesto la excusa
perfecta para exacerbar sus efectos.
Todas las iniciativas legislativas adoptadas por el Gobierno
han ido encaminadas, con más o menos disimulo, a favorecer los privilegios de
la élite Política dominante (entorno financiero, grandes corporaciones,
patronal y un, cada vez mayor, círculo de individuos que pasan indistintamente
de un lado a otro de la línea difusa que separa lo público de lo privado). Esos privilegios han cristalizado a
costa de un constante recorte de derechos de los Idiotas (laborales, sociales,
educativos y sanitarios) que han trasvasado ingentes cantidades de dinero
público (de todos) a manos privadas (de unos pocos) mediante teóricos rescates,
privatizaciones descaradas y robo sistemático de los recursos públicos,
instalando un sistema de corrupción (ahí la raíz es latina: Acción y efecto de
destruir globalmente por putrefacción), que ha propiciado que los potentados lo
sean aún más y los empobrecidos dispongan cada vez de menos.
¿Qué hacer?
Volviendo al origen etimológico, hemos de dar la vuelta a la situación y
propiciar una Idiocracia donde, los Idiotas, pasemos paulatinamente a
desempeñar papeles Políticos reduciendo a la mínima expresión la diferencia
entre unos y otros.
En la antigua Grecia, el Ágora era la plaza pública donde
los políticos deliberaban y legislaban sobre todos los asuntos de interés. Hoy día, con el alcance de los Medios
de Comunicación, Internet y redes sociales, el ágora moderna está instalada en
cada casa y su influencia, para bien y para mal, es determinante a la hora de
crear opinión. Por ese motivo los
Políticos necesitaban, de una parte, dominar y dictar los mensajes que nos
llegan a través de los medios y, de otra, restringir su potencial de agitación
y encauzarlo para que nada ni nadie ponga en peligro su sistema de latrocinio y
sometimiento. Por eso, bajo el
eufemismo de Ley de Seguridad (seguridad de quedarte como estás), han sucumbido
a la tentación de dictar a Ley Mordaza y, aunque no pueden evitar que cada
persona piense lo que quiera y lo exprese, si pueden castigar a quien lo haga.
Mariano Rajoy, con sus iniciativas legislativas destinadas a
preservar el dominio de modernos aristócratas (adinerados) y tiranos
(gobernadores), demuestra ser un demócrata radical, lo que no termino de
entender es por qué le ha cogido tanta manía a Grecia si es su fuente de inspiración
¿o ya no lo es?