Voy por la vida con el pleno convencimiento de que ser supersticioso trae mala suerte.
Sentada esta premisa con firmeza, vamos a por la segunda:
La verdadera satisfacción llega cuando los logros se suceden como consecuencia del trabajo y la dedicación.
Enunciadas las dos premisas, completemos el silogismo con la consiguiente conclusión:
Me cago en San Ildefonso. Así, con todas las letras.
1 comentario:
AMÉN
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