-Si estás ahí, manifiéstate…
Cada uno miraba fijamente la punta de su dedo, levemente apoyada sobre el vaso inmóvil. Cuando empezó a vibrar, una camisa azul mahón se llenó de baba espesa mientras su propietario, presa de asombro y miedo, se sentía incapaz de cerrar la boca.
El maestro de ceremonias volvió a tomar la palabra:
-¿Eres un alma que acude a nuestra llamada?
El vaso, muy lentamente, se dirigió al SI.
-¿Quién eres?
El cristal se deslizó veloz y zigzagueante recorriendo la mesa sobre el barniz de la tabla: F-R-A-N-C-O
-¡El Generalísimo!- Exclamó el hombre del parche en el ojo mientras un olor inconfundible se esparcía por la sala. Algún esfínter había traicionado a su propietario.
-Si alguno está gastando una broma se ha pasado siete pueblos. ¡¿Me oís?! Pregúntale otra vez- La orden la había dado el gordito amanerado, cuya voz aflautada recordaba vagamente a otra.
-No te creemos, si de verdad eres el Generalísimo, haznos una señal.
Los corazones luchaban por salirse de cada boca cuando la mesa le elevó lentamente una cuarta y cayó con estrépito. Pedro José cogió al vuelo el vaso antes de estrellarse contra el suelo llevándose por delante el báculo de monseñor que, a su vez, volcó la botella de güisqui sobre el cenicero, apagando los cohibas.
-¡Arriba España!- Gritó el del parche levantando el brazo. -¡Arriba!- Respondieron a coro.
-¿Qué desea su excelencia, qué podemos hacer para salvar España de esta caterva de rojos? Que la Lucecita del Pardo nos ilumine de nuevo…- El gordito sudaba como un jamón al sol de agosto e, inútilmente, trataba de limpiarse las gafas con la manga de la camisa.
El vaso refulgió sobre la ouija: H-A-Y-Q-U-E-T-E-R-M-I-N-A-R-C-O-N-E-L-T-R-A-I-D-O-R-D-E-G-A-R-Z-O-N.
-¿Qué ha dicho? Va tan gápido que no lo he visto- Preguntó el cojo bajito.
-Lo que ya sabíamos, que hay que fulminar a Garzón antes que le dé por mirar debajo de las alfombras, que se empieza por las cunetas y se termina en Suiza.- Replicó el maestro de ceremonias, ensuciándose la mano de Farmatint negro con el largo flequillo ondulado. Y volvió a preguntar en voz alta:
-Excelencia ¿debemos hacer alguna cosa mas?...- No obtuvo respuesta.
-¿Excelencia? ¿Sigue con nosotros?...- El vaso permaneció inmóvil y definitivamente tomó la palabra:
-Ya habéis visto, su Excelencia desea que laminemos al traidor de Garzón. Hay que buscar debajo de las piedras, darle la vuelta a sus calcetines a ver si aparece algo, lo que sea. Si no tiene nada nos lo inventamos, ya lo hemos hecho antes. Pedro José, Fede y César nos darán cobertura. Hasta entonces… ¡Arriba España!-
-¡Arriba!- Respondieron como un solo hombre y empezaron a desfilar hacia la salida.
-Josemari ¿Tú crees que no se han dado cuenta? Cualquier día de estos nos van a pillar. Eso sí, lo de la mesa ha estado de puta madre. Me has acojonado hasta a mi.- De entre las sombras salió ella y guardó la ouija en el armario.
-¿Éstos? No te preocupes Espe, el próximo día doy cuatro patadas al suelo, digo que es Babieca y se lo tragan, mientras les caiga la pasta a fin de mes…
1 comentario:
Al otros les juzgan en el juzgado, a Garzón le juzgan en la caverna y ya le han condenado
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