Todos hemos oído alguna vez las sentencias indiscutibles que
pusieron en el mapa a la Ley de Murphy; llegó el momento de evaluar cómo les ha
ido con este vertiginoso paso del tiempo y la evolución de nuestros avatares
diarios, desde su lanzamiento en 1997 hasta hoy. Empezaremos por sus enunciados más emblemáticos:
“La tostada siempre cae por el lado de la mantequilla”, es
un hecho que no admite discusión, ahora bien, cuando veo por la calle a gente,
cada vez con más frecuencia, que va hablando por el teléfono móvil como si
fuera a comerse una tostada, me imagino que si se le cae al suelo en ese
momento, aterrizará por el lado del cristal. Esta verdad justificaría la
proliferación de comercios con ofertas en la sustitución de pantallas rotas de
teléfonos inteligentes (smartphones) que cada día demuestran ser más listos que
sus atolondrados propietarios.
“No se puede saber cuál es la profundidad de un charco hasta
que no se ha metido el pie en él”; deberíamos empezar por definir el concepto
de charco, y con más motivo ahora, con fenómenos meteorológicos cada vez más
extremos en que cualquier llovizna corriente se ha convertido en una catarata
de caudal ingobernable. Podríamos entonces concluir que, para conocer la profundidad
de un charco, nos ayudará mucho observar hasta qué piso llega el agua.
“Si consigue mantener la calma cuando todo el mundo ha
perdido la cabeza, es que no se ha enterado del problema”, aunque el alcance de
este adagio es universal, sus aplicaciones en materia política son las que le
han concedido una trascendencia brutal; basta con observar las caras de los
¿responsables? de distintos partidos en un barrido de cámara en el Congreso,
para constatar su patente infalibilidad.
“Nada es tan bonito de cerca como de lejos”. Pienses en lo
que pienses y lo intentes con lo que te de la gana, nunca falla, incluida la interpretación con personas y sus caracteres. Como tantos
otros, debería estar tallado en piedra.
“Si usted desmonta una cosa, la vuelve a montar y repite el
proceso varias veces, al final tendrá dos cosas”; estamos ante uno de los
principios fundamentales de la ingeniería moderna: la sencillez es imprescindible
para que algo funcione y la complicación es imprescindible para que algo sea
infinitamente caro. Combina con acierto ambos principios y tendrás un
floreciente negocio hasta que llegue otro, lo enrede todavía más y te levante
los clientes.
Y por último, 7 palabras que encierran toda la sabiduría de
la humanidad: “Si algo puede salir mal, saldrá mal”, refrendado por el
siguiente corolario leído en una pared cualquiera: “Todo me male sal”. Nada más que
añadir.
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