Tenemos la capacidad de asombro tan desgastada, ajada y
maltrecha que, si mañana mismo, nos contaran que el presidente del gobierno no
existe, que es un ectoplasma que se ha materializado en España, no le
concederíamos importancia; es más, encontraríamos ahí la explicación para
tantas y tantas cosas que nos están sucediendo.
Pero, a medida que mengua la facultad de sorpresa, crece a
pasos agigantados nuestra indignación.
Entre unas fórmulas y otras, ya pasan de 200.000 los millones de euros
que distintos estamentos europeos aportan a nuestras ruinosas cuentas (amén de
los manoseados 100.000 del rescate financiero, el BCE ya ha adquirido, como
mínimo, otros 100.000 de Deuda Soberana) y seguimos alimentando con generosidad
a esa pariente gorrona que se nos ha instalado en casa, la famosa Prima de
Riesgo, que nos está dejando la nevera más vacía que la moral de un banquero.
Se han hartado de decirnos, de acusarnos, de haber vivido
por encima de nuestras posibilidades haciendo ejercicio de una
irresponsabilidad por la que ahora debemos pagar. Falso. Poco a
poco, con cuentagotas, vamos descubriendo que esas entidades financieras que
nos incitaban a gastar a manos llenas no le decían la verdad ni al médico.
Las cifras del desfalco son mareantes, sólo superadas por el
monto de una ambición desmedida, fuera de todo límite, que han llevado el
dinero de nuestro esfuerzo a unas ignotas cuentas en paraísos fiscales mediante
un entramado de falsas empresas, testaferros, entramados societarios y demás
productos de una refinada ingeniería delictiva hasta que, los agujeros
producidos, han terminado por socavar los cimientos de los bancos y se han
venido abajo con estrépito, obligándonos a ponernos a salvo de la lluvia de
cascotes envenenados. Mientras
tanto, una serie de desalmados, está contemplando la hecatombe con divertimento
desde los cómodos asientos de piel de sus lujosos yates o aviones privados.
Parece que la Justicia, a su ritmo de tortuga reumática,
está empezando a desperezarse y tomar cartas en el asunto para poner a buen
recaudo a los verdaderos responsables (irresponsables) de esta feria del
latrocinio que se ha desarrollado a nuestro alrededor pero oculta a nuestros
desentrenados ojos: Tú mira para
allá que yo me lo llevo por aquí.
Ya que dicen que están levantando las alfombras, no sería
descabellado que, una vez evaluada la cuantía del problema, nos pasen el
análisis debidamente desglosado para conocer cuánto se ha perdido en negocios
ruinosos y cuánto se ha evaporado misteriosamente en manos adhesivas para el
papel moneda.
Mientras tanto, el Bobierno sigue jugando a distraernos
recuperando un programa concurso de indudable éxito en nuestra niñez:
“Diferentes maneras de denominar el Rescate de España. Un,
dos, tres, responda otra vez: Rescate, línea de crédito, préstamo en
condiciones ventajosas, ayuda europea, solución a la banca, empréstito
financiero, vitaminas para los pollos…”
1 comentario:
Lo que verdaderamente esta arruinando España, es la falta de ética de sus gobernantes y parte de sus ciudadanos, donde decirle a tus vecinos, que consigues defraudar unos euros, es motivo de aplauso y admiración. Mientras no consigamos arreglar eso, será más difícil arreglar el resto.
Publicar un comentario