Estamos tan acostumbrados, por desgracia, a oír hablar de
cantidades tan desorbitadas de dinero que nuestro cerebro no es capaz de
evaluar el alcance del agujero.
Además, el hecho de que nos hablen de euros, atenúa considerablemente
nuestra percepción del fraude monstruoso del que somos víctimas y paganos.
Hagamos un sencillo ejercicio de aterrizaje en la cruda,
crudísima realidad. La mayor parte
de la población aún conservamos en la cabeza los mecanismos que,
inconscientemente, nos hacen traducir los precios a pesetas para conocer el
alcance del hachazo que vamos a recibir.
Bien. Sin perdernos en
detalles, los 23.000 millones de euros que, a fecha de hoy, suponen la
cantidad que aportaría el Estado
(nosotros) para reflotar Bankia, equivalen a casi 4 BILLONES ( sí, con B) de
pesetas. Para no mentir serían 3
BILLONES 826.000 y pico millones de pesetas. Mareante.
No debemos dejarnos aturdir ni perder de vista la
localización donde esta burrada de dinero, al parecer, se ha esfumado por arte
de prestidigitación (habilidad para hacer desparecer cosas mediante el
movimiento rápido de los dedos); este trileo en cantidades cósmicas se ha
producido en las comunidades autónomas de Madrid y Valencia (Cajamadrid y
Bancaja), gobernadas desde la noche de los tiempos por el Partido Popular. ¿Casualidad o causalidad?
Ya empieza a resonar por ahí la cifra de 50.000 millones de
euros, será para que se nos acostumbre el oído, que haría falta en total para
reflotar además de Bankia, en otra operación abracadabrante; los descuidos
contables de Nova Caixa Galicia, Caixa Cataluña y Caja de Ahorros del
Mediterraneo. Lo que es lo mismo:
9 BILLONES (sí, también con B) de pesetas de nuestra magra caja común.
Produce verdaderas arcadas escuchar a ¿nuestros? gobernantes
decir que no se va a llevar a cabo ninguna investigación porque “hemos de mirar
al futuro no al pasado…”.
Quiero (queremos), exijo (exigimos) que se investigue con
absoluta minuciosidad el destino de cada uno de los céntimos evaporados de los
activos de estas entidades en cuestión y, como consecuencia, que se aplique la
ley con todo su rigor tanto, a los distraedores del dinero de la caja ,como a
los receptores del mismo. No los
tienen muy lejos.
Nuestro Código Penal es muy duro con quien roba 100 euros
para comer y muy laxo con quien le añade 10 ceros a esa cantidad. Cámbiese la ley para que unos y otros
(dadores y receptores) reintegren las cantidades distraídas en su totalidad
antes de recuperar la libertad.
So big to fall? So important to fall? Si. Caiga quien caiga.
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