En mis años de colegio contábamos un viejo chiste: ¿Cómo se
llaman los boomerang que no vuelven? Palo. Hace poco oí hablar a un tertuliano de esos que saben tanto
que, como dice un viejo adagio, igual se planchan un huevo que se fríen una
camisa. El hombre, acosado sin
piedad por la verdad y la dura realidad, no quería apearse del burro de la
magnífica gestión que, de Bankia, había hecho Rodrigo Rato y no se le ocurrió
otra cosa que vaticinar un efecto boomerang que colocaría a la entidad
financiera entre las tres más solventes de Europa. ¿En las emisoras sirven licores espirituosos a los
tertulianos? Volviendo al
principio: Mi hijo, de mente
despierta; me recordó el eslogan de la salida a bolsa de Bankia: “Si quieres
ser banquero…, echarás un palo en el puchero”
En una conversación descansillo de escalera de esas que
abundan en las comunidades de propietarios (fuente impagable de sabiduría
perdida por las colonias de adosados), dos vecinos míos, ya con cierta edad,
hablaban y no paraban de la situación económica mundial, europea, española,
madrileña y doméstica –así, en 10 minutos- y, después de poner de “hoja
perejil” a cualquier gestor público de oficial administrativo para arriba;
ambos se preguntaban cómo era posible que, si antes se hacían muchas cosas y
aún nos sobraba dinero, cómo era posible que ahora, que se hace la cuarta
parte, no tengamos un puto duro.
El dinero ni se crea ni se destruye, señores, sólo cambia de bolsillo
(pero nunca viene al nuestro).
¡Qué lista es la Villalobos! Ayer, en el Congreso de los Diputados, se perpetró la
convalidación del recorte salvaje de 10.000 millones de euros en educación y
sanidad en una sesión sembrada por las intervenciones ominosas de los ministros
del ramo y la mayoría cómplice que les secunda. Tras un baño del portavoz de sanidad socialista a la
iletrada ministra de nuestros dolores, saltó a la pista; cual espontáneo
taurino, la presidenta circunstancial del Congreso; para atraer hacia sí la
atención mediática y, viva dios, que lo consiguió: Hoy figura en los medios
escritos y digitales, con mayor relieve tipográfico, la ofensa y posterior
disculpa de “La Villalobos” que la puesta en almoneda pública de las joyas de
la corona: La Educación y la
Sanidad pública. ¿Todavía picamos?
Cada día avanzan un pasito más y cada día nos escandalizamos
un pasito menos. Cualquier muestra
de iconografía, simbología o declarada simpatía fascista o nazi, no hace mucho,
pellizcaba nuestras tripas y provocaba la lógica reacción de repulsa pública y
privada. Ahora no y, sinceramente,
dice mucho de lo bajo que estamos cayendo. No hay día que no veamos el saludo romano en un informativo,
Twitter o en la misma calle y, consintiendo su principal argumento, el miedo;
permitimos que esto ocurra sin denunciar a estas camarillas infames que hacen
de la intimidación su bandera. No
por manoseada, esta máxima pierde un gramo de validez: Quien no conoce la historia está
condenado a repetirla. ¿O sí la
conocen?
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