Materiales:
Lápiz, papel, cinta métrica y regla
1 tablero de aglomerado de 16 mm de grosor de 244 x 122 cm
1 sierra de calar
1 taladro eléctrico
Brocas para madera
Tornillería
Herramienta convencional (destornilladores, martillo,
alicates, …)
4 borriquetas
Guantes y gafas protectoras
Botiquín de primeros auxilios dotado generosamente de agua
oxigenada, alcohol, solución desinfectante, venda, esparadrapo y tiritas…
Instrucciones:
Preparativos:
Se dibujan en un papel las piezas que vas a necesitar,
procurando usar para todas la misma proporción (importante) y señalando las
medidas de cada una de ellas.
También sobre el papel, se hace un planteamiento de la
posición de las distintas piezas sobre el tablero de aglomerado, de modo que se
aprovechen bien los cortes y quede el menor desperdicio posible (por eso es
importante lo de la proporción, no era un capricho purista).
Con la ayuda de la cinta métrica y la regla, se trazan las
distintas piezas sobre el tablero ya con sus dimensiones reales (para evitar
que te queden como una pastilla Juanola, recuerda que los ángulos rectos tienen
90º, ni 80, ni 100; exactamente 90).
Protegidas las manos con los guantes y los ojos con las
gafas protectoras (nunca al revés), se aplica la sierra de calar al borde más
cercano a la primera pieza y se aprieta el pulsador.
Se busca el enchufe más cercano y se procede a enchufar la
sierra de calar.
Se repite la operación de aplicar la sierra, con la
diferencia de que ahora funciona al apretar el pulsador. Descubrirás la importancia de las gafas
protectoras cuando la hoja de sierra salte hecha añicos al chocar contra el
suelo. Efectivamente, debes apoyar el tablero horizontalmente sobre unas
borriquetas que lo mantengan alejado del piso.
Se sustituye la hoja rota por una nueva (está en el estuche
de repuesto que viene en la caja de la sierra). Coge el cuadernillo de instrucciones y, si las sigues
fielmente, podrás sustituir la hoja sin demasiados sobresaltos.
Entre unas cosas y otras, ya han transcurrido tres horas, es
el momento de tomar un refrigerio para reponer fuerzas. Si eres de natural
nervioso, no está recomendado el café; si eres de natural humano, no está
recomendado el alcohol etílico, salvo que también quieras usar el metílico.
Ahora sí, cuando todo esté en orden, usa la sierra eléctrica
para cortar las piezas. Es imprescindible que los cortes sean rectos, Gaudí era
un genio, tú no (creo).
Coloca todas las piezas según se vayan a montar para
asegurarte que no falta ninguna.
Corta las que te falten.
Mide y marca los lugares donde necesites taladros para meter
los tornillos. Es recomendable que
el grosor del taladro no sea mayor que el del tornillo y jamás, jamás mayor que
el diámetro de su cabeza.
Muy importante:
Todos los taladros han de realizarse con la broca perpendicular a la superficie
a taladrar. Olvida las tentaciones
creativas, un taladro oblicuo puede ofrecer una estética distinta pero es poco
útil para el fin que perseguimos.
Ya tienes todas las piezas cortadas a su medida y todos los
taladros hechos en su lugar exacto, llega el momento emocionante:
El Montaje:
Pacientemente, ve colocando cada pieza y atornillando los
ensamblajes con firmeza. Es muy
importante haber pensado previamente qué piezas se montan primero y cuáles después;
es muy desagradable deshacer el trabajo ya realizado por una imprevisión tan
grave.
Cuando has terminado de apretar el último tornillo, colocas
vertical el resultado y, con lágrimas en los ojos (si has usado gafas
protectoras, no atribuibles al serrín), contemplarás orgulloso una fabulosa
escultura de arte moderno donde debería haber una funcional estantería.
Hay mucha gente capaz de fabricar una estantería pero
¿cuántos genios hay capaces de lograr formas imposibles combinando trozos
planos de vulgar aglomerado? Muy
pocos. Constatas que eres un
privilegiado y, cuando te recuperas un poco del subidón de autoestima, acudes a
un comercio especializado, donde miras a los demás con desdén mientras colocas en el carrito el paquete con piezas e instrucciones para montar una estantería. La experiencia ha merecido la pena.
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