He dejado transcurrir 3 días para enfriar los ánimos desde
el espanto que sentí el jueves al mediodía hasta hoy, que me siento a escribir
sobre ello, y aún tengo que hacerlo con el freno de mano echado; no vaya a ser
que algún estamento público se sienta violentado por mi opinión y descubra en
mis carnes que se puede pasar más tiempo a la sombra por expresarse libremente
que por otros con delitos de una gravedad infinitamente mayor. En cualquier
caso, allá voy:
Entre las muchas carencias de la tibia y torticera sentencia
a La Manada, está la de no haber contemplado el agravante de ensañamiento con
la víctima quien, hasta la fecha, ha sido violada en al menos cinco ocasiones:
1.- La brutal agresión sexual reiterada. Cinco energúmenos,
que han viajado a los Sanfermines con la manifiesta intención de “violar”,
encuentran a una chica de 18 años, entablan conversación con ella, mediante
engaños la conducen a un portal donde consuman la violación quíntuple de todos
los modos imaginables. Le roban el teléfono móvil por ser lo único de valor
crematístico que encontraron; mientras la están agrediendo la graban con un
teléfono móvil para tener una prueba material de su “gesta” y celebrarla entre
risotadas con sus amigotes, y la dejan maltrecha, tirada como un trapo, una vez
que han quedado “satisfechos”.
2.- Tras presentar la pertinente denuncia, y al adquirir el
caso relevancia mediática, se ve juzgada a diario con saña, por el coro de
tertulianos francotiradores a sueldo, que viven de despellejar a quien no
tienen el gusto de conocer, simplemente porque no responde a su ideario
ultraconservador, porque se opone a otros que sí responden a ese ideario o
porque han recibido instrucciones de hundir en el lodo a “esa golfa que ha
osado poner en cuestión el comportamiento de unos honrados muchachos, entre los
que se encuentran un militar y un guardia civil, que solo querían divertirse”.
3.- Descubre que, mientras el caso está en fase de
instrucción, le han puesto un detective que pisotea su vida privada y escudriña
sus perfiles en redes sociales, con el objetivo indigno de socavar su
credibilidad y el peregrino argumento de que “lleva una vida normal y a veces
sonríe”. Siendo ya grave este comportamiento, lo es todavía más que el juez
admita el dossier como prueba de la defensa, cuando el hecho a juzgar no es la
vida que lleve o no la víctima meses después de ser violada sino qué sucedió
aquella noche y quiénes lo perpetraron.
4.- Durante el juicio oral, se ve obligada a recordar,
recrear y contar de nuevo todo lo sucedido aquella anoche, de soportar las invectivas
de los abogados de la defensa, de verse de nuevo aireada en los medios de
comunicación de masas que la zarandean sin escrúpulo ninguno, hasta tal punto,
de que surge una campaña espontánea, el “yo sí te creo”, que trata de compensar
a pie de calle la enorme cantidad y variedad de barbaridades de todo pelaje,
que vomitan contra ella todos los paniaguados, que han hecho un lucrativo modo
de vida de la innoble tarea de ajusticiar a quien corresponda ante las cámaras.
Tristemente se olvidaron que ella es la víctima.
5.- Tras eternos meses de espera, por fin se dicta
sentencia. Una sentencia incomprensible porque relata pormenorizadamente la
agresión sexual reiterada y la intimidación para concluir que no los hubo;
porque afirma que cree a la víctima pero suaviza todo lo posible la condena a
que se han hecho acreedores los agresores y, como guinda del pastel, recoge un
voto individual de uno de los tres jueces, que aboga por la libre absolución de
los subhumanos encausados aduciendo que la víctima disfrutó y sobre el que no
voy a opinar, en defensa propia.
De momento, el infierno de esta muchacha ha sido soportar a
duras penas haber sido violada por cinco alimañas, cinco veces, en cinco fases
y de cinco modos: físico, emocional, privado, mediático y jurídico. Aun así, y siendo consciente de que un
recurso supondrá volver a repetir de nuevo toda la tortura, ha accedido a que
se presente dicho recurso con la esperanza de que, en una instancia más alta,
se haga por fin justicia.
Por favor, no hagan de este ensañamiento una espiral que la
haga sufrir hasta el infinito. LA VÍCITMA ES ELLA y los violadores ellos (a
quienes esperan en los juzgados de Pozoblanco por unos hechos parecidos), no lo
olvidemos.
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