Ya lo predijo Nóostradamus hace 500 años:
En ágora vociferante la no Reina
atrae ojos, venablos y flamas
La corte oscura repta hacia el tesoro
El pueblo hambriento aplaude
Transcurridos 11 años desde el estallido del caso Nóos,
tengo la sospecha de que sus consecuencias están sobradamente amortizadas pero,
en un último servicio a la patria, sirve de distracción a la ingenua mirada que
no entorna los ojos para saber que se mueve entre las sombras.
Porque los movimientos son infinitos, como de costumbre, e
inquietantes, como siempre: El humilde españolito que se quemaba las retinas
mirando la tele, a la espera de una condena a la infanta, no reparó en un
breve, brevísimo, de 10 segundos, que hablaba de la firma del acuerdo de libre
comercio con Canadá (CETA), antesala del TTIP con EEUU, y que, cuando sea
ratificado por todos los países de la UE, tendrá como primera consecuencia la
pérdida de soberanía de los países miembros en materia comercial, en un primer
momento, y pérdida general en cuanto se noten sus efectos en lo laboral,
económico, militar…
Aunque su entrada efectiva en vigor aún tardará años, las
economías europeas ya van tomando posiciones y los IPCs (inflación) adormecidos
empiezan a desperezarse, lo que augura una subida de los tipos de interés,
mientras sueldos y pensiones, sin duda para luchar contra el calentamiento
global, siguen congelados.
Los bancos europeos empiezan a tejer redes entre sí y tender
puentes con el norte de norteamérica, mientras los bancos españoles apuran los
últimos años que les quedan de robar descaradamente a manos llenas a clientes
particulares, empresas y, sobre todo, al Estado, antes que deban asimilarse a
las conductas europeas y aminorar su fervor mangante.
Desde el Gobierno, leal servidor de la Banca, continúan la
estrategia de legislar a favor de obra y distraer reformas que mengüen sus
cuentas de resultados y ya va para 10 años de saqueo constante. Desde que se
volatilizó el superávit de la Era Zapatero, los rescates, las estafas con preferentes
o productos similares, las hipotecas sanguinarias, el trile de los planes de
pensiones y los Juegos del Hambre con la Prima se Riesgo y la financiación del
Estado, se puede decir que nos han limpiado, con precisión quirúrgica, por
encima de los 500.000 millones de euros.
Así, tan crecidos como están, diles ahora que la única
solución al problema del sistema público de pensiones pasa por un impuesto que
grave, mediante un porcentaje mínimo, todas las operaciones financieras.
Saldrán, todos a una, gritando que esto es una reedición de la Revolución Rusa,
que ponemos en riesgo el sistema financiero, que tendrá consecuencias para los
clientes, etc., y, misteriosamente, se les olvidará decir que es el sistema
mediante el que se financian (sumado a las cotizaciones) las pensiones de un
país tan poco sospechoso de antisistema como Francia.
Sigamos mirando embobados la televisión mientras nos hablan,
unos de la inocencia y otros de la culpabilidad de la infanta y todos de la superación de la crisis. Ninguno
hablará de lo ficticia que es (la recuperación) igual que lo fue (la crisis), porque
subir la deuda de un 63% (era Zapatero) al 101% (hoy) significa que estamos como
estábamos (o peor) y que ha bajado el sacrosanto déficit a costa de deber hasta
la paga dominical de nuestros nietos.
No olvidéis a leer con preocupación a Nóostradamus, “ellos”
llevan 500 años dictándole al oído las profecías que más convengan al momento.
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