“El Apocalipsis será
causado por el capitalismo, no por las máquinas” Stephen Hawking
Vivimos, no sin cierta ansiedad, a las puertas de la que
será la revolución con más posibilidades de cambiar el mundo que conocemos: La Revolución Robótica. La Revolución
Industrial, en el S XIX, y la Tecnológica, a caballo entre el S XX y el XXI, no
hicieron más que abonar el terreno para propiciar la era en la que las máquinas
nos liberen del concepto actual de “trabajo”.
Curiosamente, el infinito potencial productivo que en poco
tiempo ofrecerán los robots, no es sinónimo, per se, de una entrada automática en la “Era del Ocio”, como
debería, sino que; como fruto envenenado del Capitalismo Salvaje, que ha
colonizado cada rincón del planeta desde la caída del bloque soviético; nos
acerca un pasito más al abismo que representa el regreso de la esclavitud.
Las grandes corporaciones, auténticas dominadoras a escala
global, son plenamente conscientes del cambio de paradigma y, bien por
comodidad, bien por miopía o por ausencia de valores éticos que se salgan de
las cuentas de resultados, no obran en consecuencia. Partimos de un concepto en
el que, quien dominaba los medios de producción mediante mano de obra y bienes
de equipo, obtenía los resultados perseguidos; poco a poco, a la vez por causa
y consecuencia de la Globalización, fue el capital en grandes cifras, a menudo
intangibles, quien cogió las riendas del destino de la Humanidad pero ahora, en
el momento en que se ha revelado una nueva fuerza para culminar los avances del
ser humano, se niega a entregar el poder sin sangre de por medio. Esa nueva
fuerza es el Talento y es la causa de que, las herederas del trono mundial, las grandes empresas
tecnológicas, remuevan cielo y tierra para localizar y fichar en los lugares
más recónditos del mundo los cerebros que garanticen su liderazgo.
Veamos un ejemplo fácilmente reconocible: El ciclo pendular
de las estructuras sociales nos ha llevado, desde la noche de los tiempos, a
alternar épocas de aparente plácida convivencia con momentos de sanguinarios
enfrentamientos a todas las escalas. El amenazante fin de la II Guerra Mundial,
con la división del mundo en dos bloques, sin embargo, puso sobre el tablero un
concepto desconocido hasta esa fecha: La
destrucción mutua garantizada.
Las grandes guerras, como las hemos conocido, tenían fecha de caducidad
y, si se producía, la III Guerra Mundial sería muy distinta. Así ha sido o así está siendo.
Hay quien defiende que, tras varias escaramuzas previas a
modo de prueba, la III Guerra Mundial de nueva factura comenzó el 11S con el
ataque al World Trade Center y el Pentágono (y otros que no hayan trascendido).
Esa nueva manera de golpear al enemigo en su propia casa, de modo
indiscriminado, con tácticas terroristas, aplicado a nivel planetario, es una
fórmula dañina en el resultado pero su carácter difuso impide el uso de las
temidas “Armas Tácticas”. Para entendernos,
ese sería el modelo Capitalista en sus últimos y letales estertores.
Hay quien opina que los, cada vez más frecuentes y
profundos, ataques cibernéticos suponen el comienzo intangible de una III
Guerra Mundial de consecuencias imprevisibles. Absolutamente toda la gestión de
las “Armas Tácticas” está sometida a costosos programas informáticos, aunque la
última decisión continúe (aparentemente) en manos humanas. En el momento en que
uno de esos ataques logre penetrar al núcleo del botón nuclear, dependiendo de
las intenciones del atacante, puede producirse el Apocalipsis o la rendición
total. Para entendernos, esas
serían las armas del Talento, que, aunque suene bien, puede estar impregnado de
toda la maldad de que el ser humano pueda ser capaz.
En medio de ese fuego cruzado nos encontramos los humildes
mortales, profundamente preocupados por sucesivas maniobras de distracción de
diferentes formatos y niveles que, a la vez, nos disuaden de movilizarnos,
ponen a prueba nuestra capacidad de resistencia y evalúan nuestro Talento para
ser útiles a la gestión del Big Data (el nuevo capital) y pasar a engrosar las
filas de los privilegiados.
Mientras tanto, en esta traumática transición, en vez de
liberar al ser humano de los trabajos penosos y estimular su capacidad para
pensar y crear; los viejos/nuevos amos, las utilizan para un abyecto chantaje: o
trabajas el doble por la mitad de dinero, o serás sustituido por una máquina
que lo hará por la centésima parte de coste y tú te quedarás sin nada.
Algo sí que tenemos seguro: Si los futuros líderes mundiales
lo serán por su talento, ninguno será español. Todos los que reúnen capacidades
están en la costa sirviendo cerveza a ingleses borrachos.
1 comentario:
que bien escribes
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