Cuando todas las encuestas coinciden en el aumento imparable
de Unidos Podemos, que ya supera claramente al PSOE, descubrimos con desazón
que el PP aumentaría los escaños obtenidos en 20D con el mismo número de votos.
¿Qué está ocurriendo? Sencillo, la abstención se muestra como el mayor antídoto
contra las expectativas de cambio.
De una parte, está más que constatado que los votos del PP
varían muy poco de una convocatoria a otra. Da lo mismo que imputen por corrupción a la mitad de los
cargos públicos del partido con el infame baldón de haber metido la mano en la
caja pública con descaro, ansia y contumacia, el día de las elecciones se
activa el chip que traen implantado de serie y, uno a uno, se dirigen maquinalmente
a su colegio electoral con la mente vacía y el sobre lleno.
El Partido Socialista lleva ya varios años en su particular
travesía del desierto pero, cuando preso de una severa deshidratación
electoral, el camión del agua pactada acudía en su rescate, sufrió el pinchazo
de las ruedas Chaves y Griñán que, al contrario del caso de los Populares, a
sus votantes les afectan y mucho y, unen la sensación de no tenerlas todas
consigo y de presentar un candidato aparentemente artificial con poca capacidad
de persuasión, al desánimo de saber que los tuyos también metieron la mano en la
caja. Consecuencia: Fuga de votos
o abstención antihistamínica por alergia a las alternativas.
Llama la atención un colectivo, que parece minoritario pero
chillón, que utiliza las redes sociales para exigir la abstención general como
el que reivindica oxígeno para sus pulmones pero sólo para los suyos. Recuerda mucho al “comando suicida” de
La Vida de Brian que, tras acudir al rescate de su héroe crucificado, se inmola
en un último acto de estupidez revolucionaria. Una de dos, o son unos iluminados de la abstención que,
después de abstenerse de tomar su medicación, se abstienen de todo lo demás o
una nueva variante de quintacolumnistas, que siembran la cizaña y la desafección
tóxica, en todo el que tienen cerca, para servir a los oscuros intereses del que
les paga.
A cuatro días del comienzo de la campaña, el amo de las
cosas de los dineros y el poder, acaricia pausadamente a su gato de angora con
una mano mientras, con la otra, mantiene pulsado el botón de “no hacer nada”
con el que dirige a su pelele Mariano.
El viento de popa dirige su velero, otra vez, a paraísos caribeños para
solaz de cuerpo, alma y cartera.
La vida es bella… para el
que puede pagarla.
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