Si hoy llegara a España un extraterrestre, debidamente
documentado, pensando que un fenómeno conocido como Semana Santa, apenas
tendría influencia en un estado aconfesional, y viera las banderas de todos los
acuartelamientos a media asta por la muerte de Cristo, se volvería de inmediato
a su nave para relevar del cargo al documentalista que no hizo bien sus
deberes.
Si hoy aterrizara en nuestro país un extraterrestre,
conocedor de la Historia del último siglo y, no solo comprobara que no se
permite colocar la bandera tricolor para conmemorar la República que fue
derribada por un sanguinario golpe de estado, sino que los herederos de los
golpistas siguen teniendo el poder 80 años más tarde, regresaría al espacio con
la idea de que los españoles somos un pueblo básicamente pusilánime y comodón.
Si hubiera vida en otros lugares del universo y llegaran hoy
a España con la intención de colonizarnos, por aquello del clima y la alegría,
darían la vuelta, resignados a perecer en su planeta hiperpoblado, antes que
tener que hipotecar sus naves, armas, tecnología y alimentos para poder
satisfacer el rescate interminable de los bancos, pagar la abominable deuda
pública y, si sobra algo, parchear el sistema público de pensiones.
Si hoy nos invadiera una especie alienígena hostil,
dispuestos a convertirnos en ganado para su alimentación, mañana se convocaría
una enorme manifestación en Madrid para gritar ¡Vivan las caenas!
Convenientemente jaleados y pastoreados por el Gobierno, los medios de
comunicación de masas y los líderes influyentes de las escuelas de pensamiento
patrio.
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