Hip, …, hip, … hip, …
Si no fuera por este hipo ingobernable, tendría una
digestión feliz. Más o menos como dicen que son los últimos días de embarazo:
La tripa hinchada, sin un milímetro más de capacidad aprovechable, movimientos
torpes a cámara lenta, imposibilidad de adoptar 9 de cada 10 posturas que
permite el cuerpo humano y abotargamiento general… pero nadando en un mar de
endorfinas que otorgan a la vida una sensación de placidez sin comparación.
Vamos, que si ahora explotase una bomba nuclear, me daría gustito por la
sensación de calidez que percibiría…
Hip, …, hip, … hip, …
Mi amigo Pedro, varado en el otro extremo del sofá, trata de
encontrar hueco para un refrescante café con hielo pero no lo encuentra, con lo
cabezota que es no descarto que termine esnifándoselo, porque si dice que se va
a tomar algo, lo hace aun a riesgo de su vida y, si no, que le pregunten al
camarero del garito de ayer, que se apostó la cuenta a que Pedro no se clavaba
20 gin tonics, de esos con ensalada y todo que sirven ahora y perdió
estrepitosamente, 22 se metió para el cuerpo. Lo único que se le entendía al
Pedro vegetaetílico que volvió tambaleándose conmigo al hotel fue: “No había
comido tanto verde en mi vida…”
Hip, …, hip, …, hip, …
Estos cocineros tan buenos deberían estar prohibidos, cogen
un puñado de alpiste para los pájaros, estopa de esa de los fontaneros y un
despojo de carne que despreciaría un buitre hambriento y, ¡Tachán! Te sirven
una delicia que terminas lamiendo el culo del plato por fuera. Y eso en los
entrantes, el primer plato, el plato fuerte y, redoble de tambores, unos
postres de morir de hiperglucemia gozosa. Así pasa, que mi mujer está mosqueada
porque dice que con la humedad del mar encoge la ropa. Qué gracia tiene la
jodía, que encoge la ropa. Lo único que encoge es la tarjeta de crédito, que
cualquier día se me va a fundir en la mano como un tranchete. Qué mala vida le estoy dando…
Hip, …, hip, …, hip, …
Dicen que el hipo se quita con un susto. Para nada; si no he
palidecido de pavor al ver la cuenta, no lo haré en mi vida, pero, ¡qué coño!
ya tengo once meses para andar mirando los precios, ahora voy a pulir hasta el
último céntimo de los ahorros. Pensándolo bien, dicen que el hipo es una
descompensación de ritmo entre los músculos que expanden y contraen la caja
torácica para respirar y los movimientos del diafragma que los acompañan y
complementan y que produce esa contracción incontrolada tan molesta y si se contrae es que algo de hueco me queda ¿no?. También
dicen que el hipo se quita bebiéndose un vaso se agua sin respirar. No sé, un
vaso de agua no me cabe pero probaré a beberme sin respirar un chupito de orujo
de hierbas, a lo mejor…
Hip, …, hip, …, hip, …
Buenooo, ahora vienen los de Bilbao a buscarnos; parece ser
que entre todas las bravuconadas de anoche, les desafiamos al mus con chulería,
soberbia y el recochineo descarado con que se hacen esas cosas, recogieron el
guante y llegan con ganas de cobrarse nuestras cabezas como trofeo. Les digo
que me es imposible, que con este hipo cabrón no voy a poder hacer una seña en
condiciones o, lo que es peor, va a parecer que estoy haciendo señas todo el
rato y, ya sabes, en el mus puedes mentir todo lo que quieras con palabras pero
hacer señas falsas está muy penado. Se han quedado pensándolo y asienten con la
cabeza, saben que tengo razón.
Cuando estamos quedando para otro día, ya con más humildad, noto con
alarma que se me ha pasado el hipo y, maldición, ellos también se han dado
cuenta…