Soy un tipo con suerte: todos los días, en cualquier
circunstancia, en toda situación, dudo. Dudo hasta cuando estoy seguro de algo
y es de lo único de lo que estoy seguro, de mi compromiso con la duda.
Hace unos años, felizmente superados, afrontaba la vida
rezumando seguridad, todo lo sabía y ejercía ese magisterio con generosidad,
con la certeza del beneficio que mi sabiduría aportaría al devenir de la
humanidad. Ya no.
Tampoco es una reacción enfermiza, no creas; sé que amanece
cada día del mismo modo que soy consciente de que anochecerá; que, así como
nacimos, moriremos y que respirar a cada poco es necesario.
Me importa que te importe, que me tengas en cuenta tal y
como yo hago contigo, que tu influencia me mejore como ser humano y, confío, la
mía contribuya algo a la hora de construir un mundo mejor.
Todo lo demás invita a pensar; quiénes son los buenos y
quiénes los malos, suponiendo que el bien y el mal existan o, quizá, solo sean
el reflejo llevado al extremo de lo que nos han enseñado en la infancia.
Creo que soy buen tío y me gusta estar rodeado de gente que
parece mejor que yo; vivir en sociedad implica relacionarse con todo el mundo
pero, pudiendo equivocarme, aparto de mi lado a quien lejos de sumar, resta.
Podré acertar o podré equivocarme, podré gustar o disgustar,
intentaré transmitir buen rollo aunque, como todo el mundo, tenga mis días
malos; pero procuraré seguir una
premisa: No hacer daño.
Cuando me toque dejar el sitio a otro, deseo ser recordado
por lo que hice, lo que creé y la huella que hubiera dejado en los demás pero,
siempre, invitando a la sonrisa. Para sufrir ya nos zarandean de sobra por ahí
fuera.
1 comentario:
No soy muy de comentar por aquí, básicamente vaguería es más trabajoso.
Con los años solo puedo agradecerte las risas que con sutil desarrollo neuronal has ido compartiendo.
Un abrazo amigo.
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