En lo que dura un benéfico estornudo, se nos ha pasado 2016.
El año de los cambios.
Porque, si algo define a estos intensos 12 meses, ha sido
eso, una dinámica incansable de cambios en casi todos los aspectos que me
rodean: Cambios en el trabajo, que me han hecho afrontar un reto y devuelto la
ilusión por ir cada mañana a superarlo; cambio de casa, habiendo dejado atrás
el hogar donde mi familia nació, evolucionó y se consolidó con la firmeza del
monte que domina la llanura, pero necesitábamos otro horizonte vital y lo hemos
encontrado; he aprendido a conceder importancia sólo a lo que la tiene y a
preocuparme nada más que por lo que merece la pena, a dejar de lado las
influencias negativas y a aprovechar en mejorar mi vida y la de los míos toda
la energía que me robaban, que era mucha.
También pequeños cambios en lo accesorio que, sin ser determinantes,
ayudan a poner esa pizca de sal y pimienta que necesita la vida para agradar al
paladar. Muchos cambios, la misma gente.
Porque, afortunadamente, hay cosas que no han cambiado: Un
día y otro y otro … , al abrir los ojos, sigo enamorándome de ella, como
aquella tarde hace 40 años. Cada
vez que hablamos, nos vemos o nos pensamos, sigo orgulloso de mi hijo, o cada
día más, no lo sé pero me gusta. Mi familia es ese bloque granítico que forma
los cimientos de lo que soy y es muy agradable sentir su calor. Sigo teniendo
amigos, aquellos chavales con los que jugábamos en el colegio, de adolescentes
y ahora. Voy descubriendo a diario un detalle nuevo del ecosistema humano que
me rodea, buena gente con estupendas intenciones. Sigo escribiendo, cada vez
más aunque no sé si mejor, y aumentando mis canales de expresión. En la canción de mi vida, yo escribo la
letra inspirada por vosotros y, a cambio, vosotros: amores, familia, amigos y
compañeros, le ponéis la música, espero que en algún momento, inspirada por mí.
Personas muy queridas se han quedado por el camino: Una
mujer fuerte, sabia y amorosa que me acogió como si fuera hijo suyo; se fue. Es
complicado encontrar palabras apropiadas para definir el alcance y el dolor de
la pérdida aunque también sé que es infinitamente menor que la que han sentido,
sienten y sentirán para siempre sus hijos. Ha habido otra ausencia que me duele, aunque no es
irreversible: Un buen amigo, o eso quiero pensar, se ha alejado tanto que ya
solo veo un punto en el horizonte, abducido por… prefiero no saberlo. Ya
sucedió antes y volvió, confío en recuperarlo, es muy valioso para mí.
Con todo, pienso que, a poco que lo intentemos, 2017 será
aún mejor. Al menos es lo que deseo para todos.
Permitidme que os bese, es cosa del cariño.
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