sábado, 31 de diciembre de 2016

Un buen 2016, mejorémoslo el año que empieza


En lo que dura un benéfico estornudo, se nos ha pasado 2016. El año de los cambios.

Porque, si algo define a estos intensos 12 meses, ha sido eso, una dinámica incansable de cambios en casi todos los aspectos que me rodean: Cambios en el trabajo, que me han hecho afrontar un reto y devuelto la ilusión por ir cada mañana a superarlo; cambio de casa, habiendo dejado atrás el hogar donde mi familia nació, evolucionó y se consolidó con la firmeza del monte que domina la llanura, pero necesitábamos otro horizonte vital y lo hemos encontrado; he aprendido a conceder importancia sólo a lo que la tiene y a preocuparme nada más que por lo que merece la pena, a dejar de lado las influencias negativas y a aprovechar en mejorar mi vida y la de los míos toda la energía que me robaban, que era mucha.  También pequeños cambios en lo accesorio que, sin ser determinantes, ayudan a poner esa pizca de sal y pimienta que necesita la vida para agradar al paladar. Muchos cambios, la misma gente.

Porque, afortunadamente, hay cosas que no han cambiado: Un día y otro y otro … , al abrir los ojos, sigo enamorándome de ella, como aquella tarde hace 40 años.  Cada vez que hablamos, nos vemos o nos pensamos, sigo orgulloso de mi hijo, o cada día más, no lo sé pero me gusta. Mi familia es ese bloque granítico que forma los cimientos de lo que soy y es muy agradable sentir su calor. Sigo teniendo amigos, aquellos chavales con los que jugábamos en el colegio, de adolescentes y ahora. Voy descubriendo a diario un detalle nuevo del ecosistema humano que me rodea, buena gente con estupendas intenciones. Sigo escribiendo, cada vez más aunque no sé si mejor, y aumentando mis canales de expresión.  En la canción de mi vida, yo escribo la letra inspirada por vosotros y, a cambio, vosotros: amores, familia, amigos y compañeros, le ponéis la música, espero que en algún momento, inspirada por mí.

Personas muy queridas se han quedado por el camino: Una mujer fuerte, sabia y amorosa que me acogió como si fuera hijo suyo; se fue. Es complicado encontrar palabras apropiadas para definir el alcance y el dolor de la pérdida aunque también sé que es infinitamente menor que la que han sentido, sienten y sentirán para siempre sus hijos.  Ha habido otra ausencia que me duele, aunque no es irreversible: Un buen amigo, o eso quiero pensar, se ha alejado tanto que ya solo veo un punto en el horizonte, abducido por… prefiero no saberlo. Ya sucedió antes y volvió, confío en recuperarlo, es muy valioso para mí.

Con todo, pienso que, a poco que lo intentemos, 2017 será aún mejor. Al menos es lo que deseo para todos.


Permitidme que os bese, es cosa del cariño.

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