miércoles, 6 de julio de 2016

Pide por esa boquita

Libérrima interpretación de un humorista gráfico donde podemos observar a Rajoy a punto de conceder sus deseos a Pedro Sánchez y Susana Díaz, ante la atenta mirada de Albert Rivera

No hace falta tener una memoria prodigiosa para acordarse de Aznar refiriéndose a ETA y su entorno como “Movimiento de Liberación Vasco” o “hablar catalán en la intimidad” como desagravio a los gritos en la calle Génova de “Pujol, enano, habla castellano”.  Es lo que el Partido Popular entiende como no tener líneas rojas (estooo… valga la redundancia) a la hora de negociar acuerdos de Gobierno. ¿Por qué? Porque lo importante es ocupar La Moncloa durante cuatro años, abrir los informativos con el titular: “Fulanito de tal, Presidente del Gobierno” y, como consecuencia, tener mucho ganado para vencer con mayoría absoluta cuatro años después.

Eso es lo que busca Rajoy en su recién iniciada ronda de negociaciones con todas las fuerzas con representación parlamentaria.  Los líderes políticos, en contra de lo que algunos piensan, no tienen un pelo de tontos y acuden con un mínimo de cuatro tomos, lujosamente encuadernados, de peticiones irrenunciables para apoyar su candidatura a la presidencia.  Mariano, de natural menos rígido que Josemari, está dispuesto a cambiar criterios de financiación autonómica, política penitenciaria, leyes nuevas o viejas, la Constitución de 78 o el Catecismo del Padre Astete con tal de volver a encabezar el Consejo de Ministros; lo demás sólo es cuestión de taparse la nariz con más o menos dedos.

Ahí radica la diferencia fundamental con las negociaciones emprendidas por Pedro Sánchez, tras el 20D, para buscar los votos necesarios para ser investido: Él acudía con las manos atadas, nula capacidad de maniobra, más vetos que el consejo de Seguridad de la ONU y el corazón dividido entre lo que el cuerpo le pedía hacer y lo que se vio obligado a negociar por la sagrada intercesión de Susana Díaz, todo eso sumado a la influencia nefasta de la esclerosis negociadora de Podemos y el “ni contigo ni sin ti de Ciudadanos” que nos condujeron al 26J .  Probablemente estén aún a tiempo pero el “sostenella y no enmendalla” de la lideresa andaluza, que teme perder el apoyo de Ciudadanos y, en consecuencia, su solución habitacional en el Palacio de San Telmo le condiciona y mucho.


Si por una vez, las fuerzas llamadas de progreso, se dispusieran a unas negociaciones reales, consecuentes, con criterios lógicos, viables y, sobre todo, discretas; los esfuerzos de Mariano por abrir el rastrillo de los deseos quedarían en una extemporánea carta los Reyes Magos sin más alcance que la infinita imaginación de los humoristas gráficos.



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