Con el intenso bombardeo de medios y redes, ya no recuerdo
con exactitud si lo he visto, oído, leído, intuido o barruntado, pero lo cierto
es que en mi memoria resuenan unas palabras, creo que por boca de la
Vicepresidenta en funciones, en funciones de Vicepresidenta, de contenido
significativo: “Rajoy no se someterá a una investidura fallida”, es decir, si
sabe que no va a ganar, no se presenta.
Bajo esa premisa, a fecha de hoy, en vez de fletar un avión, para llevar
a nuestros deportistas a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, los
mandaríamos por e-mail.
Tampoco es una actitud que deba extrañarnos demasiado, sólo
sigue la tendencia mostrada por ese gurú de la estrategia política que responde
al nombre de Carlos Fabra: Sólo jugaba a la lotería cuando tenía un 100% de
probabilidades de premio ¿Que cómo lo hacía? Algunos malpensados afirman que
comprando los décimos ya premiados pero eso, ahora, no viene al caso. Lo que nos importa es que crecen las
opciones de una 3ª vuelta en los comicios, ya no nos falta práctica y, lo que
es infinitamente más grave, que se vaya agotando el banquillo y terminen
llamándome para formar parte de una mesa electoral; eso sería imperdonable, que
lo sepáis.
Ves las imágenes de Rajoy sonriendo por el hemiciclo y no
puedes evitar acordarte de ese chico de Zamora, que acababa de llegar del
pueblo, y se pasaba los primeros días del curso repartiendo el bocadillo, los
cromos y las canicas con la única intención de hacer amigos. Sucedía que los espabilados de la clase le
sacaban hasta los tuétanos y cuando se le terminaba el “presupuesto de
acercamientos”, le despedían con alguna patada en la espinilla y su desdén más
hiriente. Con regalos o sin ellos, los
acontecimientos seguían su evolución natural y, a mitad de curso, ya era íntimo
de los que coincidían con él en afinidades y, por supuesto, detestaba y era
detestado por los contrarios. Parece
mentira que Mariano, con su experiencia, no sea consciente de esta realidad y se
muestre con ese punto de desesperación que no le augura mucho éxito (y yo
preocupado, mira tú).
A día de hoy, ningún partido sabe ni por aproximación qué
resultados le depararían unas terceras elecciones, en este caso se sitúan a la
altura de las empresas demoscópicas y, como es lógico, tienen un miedo cerval a
lo desconocido; de ahí que, al contrario que en marzo, ninguno apueste a cara
descubierta por volver a las urnas. Hay quien piensa que mejoraría sus
resultados, hay quien cree que la hostia sería de pasar una legislatura en la
UVI y hay quien sólo echa cuentas de la subvención por grupo parlamentario (3ª
en 12 meses) como fórmula para sanear sus magras finanzas. En lo que estamos todos de acuerdo es en no
correr el riesgo de que me llamen para componer una mesa electoral. Ahora bien si, como a Fabra, me aseguran
unos resultados concretos, pido voluntariamente mi participación. Que no se diga...
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