domingo, 17 de julio de 2016

Qué bien desfila mi hijo...


Hay verdades que, por su propia naturaleza, son tan evidentes que nadie en su sano juicio osará nunca a discutirlas.  Una es que Rajoy es un tipo muy gracioso, otra es que tiene la gracia donde las avispas.

Cuando aún rebotan los mensajes de la campaña electoral por los recovecos internos de nuestro cráneo, vuelven cíclicamente las imágenes de Rajoy, en mangas de camisa, apoyado en un atril, no como señal de confianza sino por pura desidia, gritándole al mundo que España era un triciclo gripado cuando él llegó al poder y ahora es el Halcón Milenario surcando el hiperespacio.  No le falta razón: En su primera afirmación constatamos que, en 2011, la rueda en la que pedaleábamos para avanzar era la construcción y se vino abajo tras la crisis de las Subprimes (cierto) y su segunda afirmación, sencillamente, es una escena de ciencia-ficción (también cierto).

La maldita realidad se ha empeñado en demostrarnos que España, esa “locomotora económica cuyos logros asombran al mundo” (quiero el teléfono del camello de Montoro), va a ser sancionada por la Unión Europea por el incumplimiento contumaz del sacrosanto déficit y nos invita a preguntarnos para qué se cambió el 135 y por qué se cambió de esa manera ¿para ajusticiar a Zapatero?  Pero no sólo eso, Bruselas exigirá, no pedirá ni sugerirá, exigirá a nuestra economía un ajuste (recortes) de 10.000 millones que sumar a los ya perpetrados a costa de nuestras castigadas espaldas. A eso le añadimos un desempleo atroz y que los pocos puestos de trabajo, precario y por horas, que aparecen son tan sumamente penosos que han conseguido el dudoso honor de tener más cotizantes nominales en la Seguridad Social y una recaudación netamente inferior a la de 2011, con lo que el Sistema Público de Pensiones se está viniendo estrepitosamente abajo para regocijo de las entidades financieras que, lejos de avergonzarse por perder grandes cantidades del dinero depositado en los Planes de Pensiones (las nuevas preferentes), vocean envalentonados que son la única esperanza para nuestra jubilación.  El problema es que, como este tipo de noticias no se publican en el MARCA, el Presidente del Gobierno no se ha enterado.


Efectivamente, Rajoy es un gran humorista o tiene una jeta de dimensiones y dureza propias del Monte Rushmore o ambas cosas.  Cuando le oigo sacar pecho me recuerda una imagen evocada por el gran Miguel Gila: La madre emocionada que, viendo la jura de bandera de su hijo, masculla entre suspiros: ¡Qué bien desfila mi hijo, todos llevan el paso cambiado menos él!

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