domingo, 29 de abril de 2018

5 x 5 x 5 x 5 veces violada



He dejado transcurrir 3 días para enfriar los ánimos desde el espanto que sentí el jueves al mediodía hasta hoy, que me siento a escribir sobre ello, y aún tengo que hacerlo con el freno de mano echado; no vaya a ser que algún estamento público se sienta violentado por mi opinión y descubra en mis carnes que se puede pasar más tiempo a la sombra por expresarse libremente que por otros con delitos de una gravedad infinitamente mayor. En cualquier caso, allá voy:

Entre las muchas carencias de la tibia y torticera sentencia a La Manada, está la de no haber contemplado el agravante de ensañamiento con la víctima quien, hasta la fecha, ha sido violada en al menos cinco ocasiones:

1.- La brutal agresión sexual reiterada. Cinco energúmenos, que han viajado a los Sanfermines con la manifiesta intención de “violar”, encuentran a una chica de 18 años, entablan conversación con ella, mediante engaños la conducen a un portal donde consuman la violación quíntuple de todos los modos imaginables. Le roban el teléfono móvil por ser lo único de valor crematístico que encontraron; mientras la están agrediendo la graban con un teléfono móvil para tener una prueba material de su “gesta” y celebrarla entre risotadas con sus amigotes, y la dejan maltrecha, tirada como un trapo, una vez que han quedado “satisfechos”.

2.- Tras presentar la pertinente denuncia, y al adquirir el caso relevancia mediática, se ve juzgada a diario con saña, por el coro de tertulianos francotiradores a sueldo, que viven de despellejar a quien no tienen el gusto de conocer, simplemente porque no responde a su ideario ultraconservador, porque se opone a otros que sí responden a ese ideario o porque han recibido instrucciones de hundir en el lodo a “esa golfa que ha osado poner en cuestión el comportamiento de unos honrados muchachos, entre los que se encuentran un militar y un guardia civil, que solo querían divertirse”.

3.- Descubre que, mientras el caso está en fase de instrucción, le han puesto un detective que pisotea su vida privada y escudriña sus perfiles en redes sociales, con el objetivo indigno de socavar su credibilidad y el peregrino argumento de que “lleva una vida normal y a veces sonríe”. Siendo ya grave este comportamiento, lo es todavía más que el juez admita el dossier como prueba de la defensa, cuando el hecho a juzgar no es la vida que lleve o no la víctima meses después de ser violada sino qué sucedió aquella noche y quiénes lo perpetraron.

4.- Durante el juicio oral, se ve obligada a recordar, recrear y contar de nuevo todo lo sucedido aquella anoche, de soportar las invectivas de los abogados de la defensa, de verse de nuevo aireada en los medios de comunicación de masas que la zarandean sin escrúpulo ninguno, hasta tal punto, de que surge una campaña espontánea, el “yo sí te creo”, que trata de compensar a pie de calle la enorme cantidad y variedad de barbaridades de todo pelaje, que vomitan contra ella todos los paniaguados, que han hecho un lucrativo modo de vida de la innoble tarea de ajusticiar a quien corresponda ante las cámaras. Tristemente se olvidaron que ella es la víctima.

5.- Tras eternos meses de espera, por fin se dicta sentencia. Una sentencia incomprensible porque relata pormenorizadamente la agresión sexual reiterada y la intimidación para concluir que no los hubo; porque afirma que cree a la víctima pero suaviza todo lo posible la condena a que se han hecho acreedores los agresores y, como guinda del pastel, recoge un voto individual de uno de los tres jueces, que aboga por la libre absolución de los subhumanos encausados aduciendo que la víctima disfrutó y sobre el que no voy a opinar, en defensa propia.

De momento, el infierno de esta muchacha ha sido soportar a duras penas haber sido violada por cinco alimañas, cinco veces, en cinco fases y de cinco modos: físico, emocional, privado, mediático y jurídico.  Aun así, y siendo consciente de que un recurso supondrá volver a repetir de nuevo toda la tortura, ha accedido a que se presente dicho recurso con la esperanza de que, en una instancia más alta, se haga por fin justicia.

Por favor, no hagan de este ensañamiento una espiral que la haga sufrir hasta el infinito. LA VÍCITMA ES ELLA y los violadores ellos (a quienes esperan en los juzgados de Pozoblanco por unos hechos parecidos), no lo olvidemos.

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