La agencia estatal más respetada y temida por los ciudadanos
debe ser la Tributaria.
Respetada porque, de la eficacia su trabajo, depende el buen
funcionamiento del Estado y la financiación de los imprescindibles servicios
públicos, cuya rentabilidad se mide en términos sociales; el pago a proveedores
y trabajadores públicos o las inversiones que se ejecuten para mejorar la
calidad de vida de todos.
Temida porque, en ocasiones, existen ciertas resistencias a
desprenderse de un dinero que está en el bolsillo y, si no hubiera la certeza
de un mecanismo inspector y sancionador implacable e igual para todos, la
tendencia generalizada será la de hacerse el loco y que paguen otros.
Ahí estamos de acuerdo pero, dentro de esa política de
innovación constante que ha emprendido nuestro Bobierno, el ministro de los
dineros, el lisérgico Montoro, ha puesto también este principio en fase de
liquidación:
Empezaron a sonar las alarmas con aquellas propiedades
inexistentes que, aparentemente, había vendido la Infanta Cristina y, cuyo
importe, habría podido servir para blanquear unas cantidades de sospechosa
procedencia. Todo se resolvió con la
inverosímil explicación en una catarata de errores, inconexos entre sí, de
notarios, registradores y funcionarios de Hacienda. Normal, con un DNI tan enrevesado como el 14-Z cualquiera se
confunde.
Poco después comenzó el carrusel de imputaciones,
desimputaciones, facturas falsas que, misteriosamente, son auténticas,
legalización de fondos en paraísos fiscales de célebres imputados o la
aberrante afirmación de la legalidad en la desgravación de ingresos en dinero
negro (casualmente del PP) o la decisión política de qué perito en concreto
debe asistir como técnico a petición de un juez. Una película de terror con guion Chiquito de la Calzada.
Ahora conocemos que, peleas aparte en la cúpula de la
Agencia, en los últimos dos años han sido cesados 300 responsables de equipos
de inspección y Montoro, desmelenado, lo ha justificado afirmando que eran
todos socialistas. ¿Es o no es para amar a este hombre?
Con el detonante del cese de la funcionaria que, desoyendo
sugerencias al oído, se empecinó en imponer una sanción de 450 millones de
euros a la cementera mejicana CEMEX, vamos empezando a entrever como será el
trato a dispensar a, pongamos por caso, Eurovegas u otras empresas de similar
pelaje.
Sería conveniente que el ministro porrero (derivado de
porra), Jorge Fernández Díaz, nos explicase si esa subespecie; vestida con polo
de banderita en el cuello, a juego con la pulsera rojigualda, cabello
engominado y reloj “tartera”, que tiene sus cuentas repartidas estratégicamente
por el orbe, sin pagar un céntimo de impuestos; son los que verdaderamente
ofenden a España, que no sé si lo he entendido bien.
Siempre dije que me gustaría pagar a Hacienda un millón de
euros al mes, eso significaría que estoy ganando dos. Cosas de pobres.
1 comentario:
Yo ya les había perdido el respeto desde que sistematizaron las "paralelas" por importes espúreos - sin base probatoria alguna - de lo que creen que deberías haber ganado o ingresado, obligándote a pagar antes que a recurrir, algo que en muchos casos es únicamente el producto de su imaginación, importes inexistentes por lo que la gente tributa por miedo, o falta de coraje y/o conocimientos para defender sus derechos en vía judidial... Recaudación por miedo, no gracias.
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