Tras dos años de gestación, el Ministro de Injusticias,
Alberto Ruin Gallardón, ha alumbrado un engendro retrógrado y frustrante que
vuelve a estigmatizar a la mujer que se vea abocada a la dolorosa decisión de
interrumpir su embarazo. Asistido
en el parto por los miembros del Gobierno, con el Dr. Rajoy Brey al frente, se
mostraron satisfechos por el feliz acontecimiento y comunicaron que la criatura
llevará por nombre Ley de Protección de la Vida del
Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada. Un nombre largo y rimbombante como corresponde a los
miembros de la élite dirigente.
Recuperado rápidamente del
esfuerzo del parto, el ministro hizo patente su cinismo señalando que esta ley
nace fruto del amor (del Partido Popular y su base electoral más carca con la
Conferencia Episcopal Española) y, como en estos casos, se apresuró a indicar
que tiene patentes parecidos con su padre y con su madre, que le dan una pureza
genética intachable.
Ya se sabe que siempre aparece
algún pariente malintencionado que trata de enturbiar la felicidad de la
familia y que, en este caso, dado que la ley de 2010 estaba recurrida al
Tribunal Constitucional, basa sus críticas en algún rumor que indica que éste
iba a dar luz verde a su constitucionalidad. Intolerable a todas luces.
¿Era necesario cambiar una ley que
no obligaba a nada ni a nadie?
¿Son la mujer y sus libertades casus belli para esa mínima parte de la
sociedad que, unilateralmente, adopta decisiones castrantes? ¿A quién molesta y perturba que existan
derechos y se ejerzan con las debidas garantías? ¿Está el gen liberticida anclado en el ADN de su cacareada
“Marca España”? ¿Cuántas toneladas
de hipocresía contiene la defensa a ultranza de los derechos del No Nacido y el
abandono a su suerte una vez incorporado a un mundo inmisericorde con los
débiles?
Nos causa una infinita tristeza
que, en un país tan necesitado de medidas legislativas que palíen las penurias
que sufre buena parte de su ciudadanía, se torpedeen los escasos derechos que
quedan y se obligue, a quien coja el relevo en las tareas de gobierno, a
emplear un tiempo precioso en deshacer todas las aberraciones legales que, una
a una, va perpetrando el Partido Popular con el fin último de disponer de una
masa inculta y aborregada que trabaje por un puñado de lentejas mientras, la
mujer, queda supeditada a quedarse en casa a cuidar y educar una prole sin
derechos una vez nacida.
Quien se ufana en hacer daño a
los demás, de forma gratuita e injustificada, no me produce más que odio, asco
e indignación a partes iguales. Sé
que no les importa pero, dicho queda.
3 comentarios:
Querido Fermín, hoy hemos concurrido en tratar el tema. Es verdaderamente un asco y la verdad, esta paranoica actuación de este Ejecutivo es impresentable.
La obligatoriedad de traer niños con minusvalías al mundo, es tan solo otro aberrante ejemplo del culto al sufrimiento (que no a la vida) de los teócratas integristas cristianos que nos gobiernan...
¿Es todo una maniobra para que hayan niños no deseados y la Sor María de turno y la mafia de las sotanas se lleven un pellizco €€? Como haciendo gala de su proverbial sensatez escribió El Perich en su día, la diferencia entre los que están a favor, y los que están en contra del aborto, es que los primeros no lo harían obligatorio...
Publicar un comentario