Cuando ya se ha comprobado que, el secuestro y posterior
asesinato de tres jóvenes israelitas que desencadenó el enésimo capítulo del
proceso de exterminio del pueblo palestino, no fue obra de Hamás sino que
detrás había un móvil económico; cuando
se ha sabido que el secuestro de un soldado israelí durante la penúltima tregua, que provocó los ataques más sanguinarios a escuelas y
mercados, no fue un secuestro sino que esta persona, antes, ya había muerto en
combate; cuando descubrimos que la
estrategia del ejército sionista, teóricamente destinada a destruir túneles
clandestinos, se basa en el bombardeo indiscriminado de los lugares donde se
concentran los aterrados refugiados palestinos civiles, en gran número
ancianos, mujeres y niños, buscando
masacrar cuantas más vidas mejor; cuando
ya no nos asombra que el gobierno israelita niegue lo evidente, acusando de
mentir a los delegados de la ONU buscando la expulsión de los pocos periodistas
que quedan en la franja de Gaza; cuando
sumamos las atrocidades de hoy a las perpetradas en numerosas ocasiones desde
hace 40 años, llegamos a la dolorosa conclusión de que, con la “tolerancia”
internacional estamos siendo cómplices de una versión sofisticada, implacable,
sangrienta y aterradora de la “Solución Final” que debería estar siendo juzgada
en el Tribunal Penal Intenacional.
El Gobierno de Rajoy nunca es lo que parece. Lleva tiempo tratando de convencernos que su
prioridad es la política económica cuando, en realidad, su motivación principal
es desmontar pieza por pieza el incipiente Estado del Bienestar que habíamos
alcanzado, mediante un desguace de los servicios públicos, malvendidos luego al
mejor postor, y la destrucción sistemática de los derechos adquiridos por la
ciudadanía, ya sea en materia laboral, sanitaria o educativa como en construir
un modelo judicial, inasequible al común del ciudadano de a pie, que allane el
camino a sus tropelías. Poco a poco se
ha ido descapitalizando el Estado y sus recursos están pasando a manos
poderosas pero desconocidas que tienen en el Presidente del Gobierno un capataz
leal. Si la motivación del Gobierno es
esa, la estrategia está en manos de sociólogos que, conocimientos demoscópicos
al margen, dominan el arte de la distracción y el engaño, diseñando una
política de comunicación que te distrae con una mano mientras te abofetea con
la otra. Poco a poco, estos trucos han
sido desenmascarados y las encuestas vaticinan un sonoro costalazo en los
próximos comicios municipales y autonómicos.
La respuesta no se ha hecho esperar y, como por ensalmo, para mantenerse
en las respectivas poltronas, se han sacado de la manga una propuesta
abracadabrante: La elección directa de alcaldes. Solo una consideración, es Inconstitucional. La Constitución del 78 determina que el
sistema electoral español es Proporcional y la propuesta de Rajoy nos conduce a
un sistema Mayoritario, de modo que, si lo quieren, tendrán que cambiar la
Constitución y eso abriría una espita que les da pánico...
Las estruendosas fanfarrias que nos anuncian una vigorosa y
epatante recuperación no deben silenciar la voz de los cinco millones largos de
personas sin empleo que hay en España.
Las prestaciones se van agotando, los desahucios por impagos de
hipotecas se multiplican y, en el puesto callejero de mercadillo en que se han
convertido los telediarios, nos venden la creación de empleo que, si restáramos
el efecto estacional, los trabajos precarios hasta la náusea y el hecho de que,
con trabajar solo unas horas, ya desapareces le las estadísticas de desempleo,
nos mostrarían los negros nubarrones que se ciernen sobre los potentes focos
que han colocado sobre nuestras cabezas.
No debemos olvidar, ni por un segundo, el drama vital de esas personas y
sus familias que están llevando a niveles de pobreza de posguerra a uno de cada
cinco conciudadanos. No nos lo
perdonaríamos nunca.
1 comentario:
En cualquier guerra, la primera víctima, es la verdad...
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