La repatriación del sacerdote español, infectado del virus
ébola en Liberia, ha vuelto a entreabrir tímidamente una puerta que, desde
1979, ni se abre ni se cierra del todo: La relación Estado-Iglesia. La Constitución del 78 señala que España es
un estado aconfesional, es decir, no se asume como oficial ninguna confesión
religiosa y, teóricamente, con este artículo se ponía fin al
nacional-catolicismo con sus tropelías y privilegios. Sin embargo, el concordato suscrito por nuestro país y el Estado
Vaticano en 1979, sorteaba la Constitución con una grácil cabriola y restituía
a la Iglesia Católica buena parte de los privilegios decimonónicos que
detentaba.
La Desamortización de Mendizábal y Madoz, en la primera
mitad del S XIX, y su compensación. es la excusa empleada para justificar el
agujero negro que, para las arcas del Estado, supone el mantenimiento y
financiación de la Fe Católica.
Se da la paradoja de una creciente cantidad de dinero público
que, de modo directo (entregada en euros contantes y sonantes) e indirecto
(impuestos que no pagan y concesiones generosas en materia educativa y
sanitaria); contrasta con una exponencial desafección del número de fieles, no
solo de los denominados “practicantes” sino de los que se denominan
creyentes. Bajo estas circunstancias,
la Conferencia Episcopal Española, además de un holding con jugosos beneficios,
se ha convertido en el lobby más poderoso que actúa dentro de nuestras
fronteras y no ha habido gobierno capaz de hacerle frente, aún teniendo en su
mano argumentos poderosísimos tanto en materia social como económica.
No existe en el mundo otra empresa con sucursales en cada
rincón del planeta, con “filiales” en forma de ONGs que perciben pingües subvenciones
para desarrollar su tarea, con participación pública u oculta en todo tipo de
empresas, incluida la armamentística y un asiento preferente en los consejos de
administración de los grandes emporios financieros que obtenga mayores
beneficios y pague menos impuestos.
Sus aportaciones en materia social son policromadas, es
decir, bajo el paraguas de la atención pastoral, evangelizadora o asistencial,
se caracterizan por adoptar el color de la clase dominante en cada país donde
estén y, salvo alguna honrosa excepción (Teología de la Liberación) perseguida
y estigmatizada dentro de sus propias estructuras, en todos los lugares apoyan
al poderoso y en todos hacen Caja.
Ha sido esclarecedor el inicial titubeo del Gobierno de
España respecto al abono del los “míseros” 80.000 euros que supuso la
repatriación del padre Pajares y la posterior decisión, comunicada por el
Presidente Rajoy, a favor de la asunción por parte del Estado de esos
gastos. No creo que mediara una
oportuna llamada de teléfono, ni siquiera hizo falta.
Cuando la Iglesia Católica es la entidad con mayor
patrimonio a su nombre de España (y del mundo) urge YA una denuncia del
Concordato, un regreso a los postulados del la Constitución del 78 y, sobre
todo, una nueva y definitiva Desamortización que hemos pagado sobradamente los
últimos 180 años.
No tengo nada contra ninguna creencia religiosa pero, quien
la tenga, que la pague.
2 comentarios:
"No tengo nada contra ninguna creencia religiosa pero, quien la tenga, que la pague."
Tan cierto como los domingos paella.
El día que España sea realmente un Estado aconfesional... vamos, nunca. La repatriación, obviamente, tiene un carácter de fachada. Hay multitud de casos repartidos por el mundo que han pedido ser repatriados por enfermedad, conflicto, etc, y han sido más que ignorados por el Gobierno español.
Como dice el dicho: "Con la Iglesia hemos 'topao'".
Un saludo, Adrián Calvo (@adriantsn)
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