domingo, 21 de diciembre de 2014

La campaña publicitaria “Las Elecciones Ya Están Aquí”, próximamente en sus pantallas


Ya estamos acostumbrados a que, los grandes almacenes por antonomasia, se adelanten al tiempo natural y proclamen el advenimiento de las estaciones con semanas de adelanto:  “Ya es primavera…”, “Disfruta el verano…,” etc.  Nuestro Gobierno, siempre tan aplicado en asuntos de marketing, se ha propuesto dejar obsoletas estas campañas publicitarias y, como consecuencia, pasada la “tregua” navideña, arrancará el año con la madre de todas las promociones:  “Las elecciones ya están aquí”.

Sustituirán los empalagosos, crípticos o lujosos anuncios de perfumes, juguetes, dulces, bebidas o ropa por otros donde nos mostrarán un amplio catálogo de bondades y beneficios públicos en contraposición con las deleznables, irrealizables o perniciosas propuestas de sus rivales en algunos casos o enemigos en la mayoría.

Los servicios informativos de las diferentes televisiones, uncidas al yugo de sus problemas económicos, seguirán una planificada estrategia de difusión festiva de datos grandilocuentes (que sean reales o ficticios carece de importancia), de modo que debemos prepararnos para conocer los mayores descensos del desempleo que hayan visto los siglos, un aumento del PIB que asombrará al mundo conocido e hipotéticas civilizaciones extraterrestres, una bajada de impuestos que nos obligará a contratar gente que nos ayude a acarrear sacos llenos de dinero y un disfrute de derechos y libertades que terminen por anunciar que hemos alcanzado el Paraíso.  Y todo eso sin más esfuerzo por nuestra parte que el de haber depositado una papeleta en una urna, hace cuatro años.

El resto de contendientes, por su parte, carente de la ventaja que otorga tener a favor todos los medios informativos, tratará de hacerse visible mediante la contratación de anuncios a precio de sangre de unicornio que dejará sus maltrechas cuentas convertidas en un tratado enciclopédico de deudas, mendigarán entrevistas, no demasiado amables, para desgranar sus propuestas y proyectos e inundarán nuestras calles y buzones, físicos y virtuales, con programas electorales encabezados, inevitablemente, por el rostro sugestivo de sus cabezas de lista.  Nos contarán que el Gobierno ha sublimado todos los males del mundo y, si les votamos a ellos (no a otros que no saben lo que hacen o, peor, saben exactamente lo que hacen), aunque cueste mucho trabajo, saldremos adelante con bien.

Solo nos quedará algo de aire fresco en los medios independientes, casi todos en el ámbito digital, y en las redes sociales que nos obligan a hacer un enorme esfuerzo para separar el escaso grano de la abundante paja.  No obstante, pese a quien pese, somos un pueblo infinitamente más inteligente de lo que se nos atribuye y daremos la cara como nunca para despojar de oropeles y fanfarrias a lo que no es más que una ridícula caricatura de lo que debe ser la Política y no recordamos ya cuándo dejó de serlo.


Ya hemos jugado esa arriesgada apuesta que consistía en NO votar, con el resultado conocido por todos.  Apostemos ahora por votar masivamente (cada quién la opción que considere más válida), estoy convencido que peor no nos va a ir y eso siempre significa mejorar.



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