domingo, 10 de julio de 2016

No sé cuántos casos van


No sé cuántos casos van, al aparecer el primero ya me pareció excesivo pero lo cierto es que siguen y siguen y siguen.  Algunos los llaman enfermos pero son asesinos, un enfermo es otra cosa y jamás te hará daño consciente de hacerlo.  El subhumano que asesina a una mujer lo hace con plena consciencia, en ocasiones planificado, en ocasiones improvisado pero ya llevaba un tiempo rumiando la idea por su cabeza sin haber hecho un gesto por despejar esos impulsos criminales quizá, incluso, los ha alimentado con vívidas ensoñaciones.

No sé cuántas mujeres han sido víctimas de violencia extrema por parte de alguien en quien confiaron y a quien se entregaron.  A veces el dolor interior es más grave que el físico, no hay analgésico que lo aplaque y siempre puede doler un poco más, aunque pareciera imposible.  La tortura va aderezada de una crueldad infinita, de anulación brutal, de humillación sin cuidados paliativos y, cuando ella decide hacerle frente, denunciar o huir o luchar o …, él muestra su condición de bruto sin  cerebro útil y luce su agresividad y fuerza física como único y letal argumento.  Si ese macho de feria alguna vez fue una persona, queda automáticamente desposeído de esa condición.  Es un vulgar asesino.

No sé cuántas veces he sentido que me hervía la sangre al escuchar justificaciones injustificables, gracietas etílicas o gestos de complicidad incomprensible y he mirado a los ojos del espécimen y reconvenido su actitud.  Alguna vez, pienso en ocasiones, te van a medir la cara, chaval.  No sucede, sólo son cobardes que se acojonan ante otro igual, mierdecillas que, por razones que se me escapan, presumen de ser superiores a cualquier mujer y en su interior se saben profunda e irremediablemente inferiores.  Piltrafas en lo intelectual.

No sé cuántas noticias ha leído ya que, en vez de utilizar el lenguaje que pide el tratamiento del terrorismo machista, destilan desidia, molicie informativa o responden a órdenes de no beligerancia.  No sé cuántas sentencias judiciales trufadas de machismo irredento tendremos que soportar sin, al menos, poder decirle a ese juez que deje de usar la toga para limpiar sus excrementos.  No sé cuál es el nivel de estupefacción requerido para comprobar que hay mujeres machistas como el que más que, además, se jactan de ello con dudosa arrogancia.

No sé

Sólo sé que debemos hacer algo, sé que la regresión educativa que tratan de aplicar no ayuda nada. Sé que una Educación en régimen de completa igualdad desde las primeras fases de la enseñanza es una buena alternativa a largo plazo. Exactamente lo contrario de lo propugnado por la ¿educación? Religiosa y quienes segregan las clases atendiendo al sexo del alumnado.

Sólo sé que reduciendo los medios de ayuda a las mujeres que toman la decisión de denunciar y romper, les ponemos en la picota y dejamos al albur de el arrebato de enajenación del subhumano de turno.


Sólo sé que podríamos hacer mucho más de lo que hacemos

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