Un cuerpo yace, cubierto por una sábana,
inerte sobre la mesa de autopsias cuando se enciende la potente lámpara
multihalógena y, por un instante, la luz intensa deslumbra hasta el ojo más
perezoso.
-Toda la vida igual, he encendido mil veces el
foco y mil veces me ha cegado-
Exclamó el médico forense empleando su mano izquierda para hacer visera
sobre los ojos semicerrados.
-Haga como yo, vuélvase de espaldas- Respondió el joven ayudante con el
desparpajo propio de sus 26 años recién cumplidos.
-Procedamos-
Sentenció el titular con aséptica profesionalidad.
Al retirar la sábana que protegía el cadáver
de miradas indiscretas, un gesto de incredulidad sorprendió ambos rostros aunque,
transcurridos unos segundos, recuperaron la gravedad en el rictus y, escalpelo
en ristre, procedieron a abrir desde el pecho hacia el abdomen.
-Observe como, de pulmones para abajo, todos
los órganos sin excepción se encuentran completamente deshidratados, rígidos,
de aspecto apergaminado-
-Si jefe, parece que hubieran extraído todos
los fluidos corporales con una jeringuilla y sólo han quedado restos sólidos de
los tejidos como una bayeta puesta al sol-
-Buen símil. Se aprecia claramente como esa extracción se hizo ante
mortem siendo, con toda seguridad, la causa del óbito-
-Pues qué trabajo más fácil. Ha debido ser la autopsia más rápida
practicada en su carrera-
-Cierto.
Vaya cerrando que voy a redactar el informe-
Madrid, 26 de julio de 2012.
Por la presente debo informar que:
HAN MATADO LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO. LA
HAN DEJADO SECA.
Fdo.: El Director Forense
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