Eloy y Maricarmen, Maricarmen y Eloy, paseaban por la calle
Preciados como una pareja más.
Cogidos de la mano deambulaban por la zona más comercial de Madrid,
miraban escaparates y, de cuando en cuando, se sentaban en algún banco a
descansar. La tripa prominente de
ella, sus piernas hinchadas y el cansancio acumulado habían dicho Basta y
caminar unos metros hasta el banco siguiente se había convertido en una tortura
imposible de tolerar.
Maricarmen y Eloy, Eloy y Maricarmen vivían en la calle pero
nadie lo sabía, les daba una vergüenza atroz. En un arranque de dignidad se conjuraron para evitar darle
pena a nadie y, desde unos meses atrás, caminaban todo el día por la ciudad
aparentando una normalidad inexistente.
Desarrollaron una especial habilidad para proveerse de ropa cedida
“involuntariamente” por grandes almacenes y se alimentaban a diario haciendo un
sofisticado arte de la práctica del “simpa”. Afortunadamente, una ciudad como Madrid, está sobrada de
establecimientos para ambos menesteres y no habían repetido dos veces en el
mismo sitio.
Eloy y Maricarmen, Maricarmen y Eloy, eran víctimas de un
Sistema cruel que les dejó, literalmente, abandonados a su suerte. Vinieron de Ecuador acompañando a sus
respectivas familias en la época de las vacas gordas siendo unos
adolescentes. Trabajaron como
posesos en cuanto tuvieron edad para ello y, cuando se conocieron, supieron que
estarían juntos el resto de su vida.
Alquilaron un piso y las cosas les iban razonablemente bien hasta que
todo se vino abajo. Perder el
trabajo fue la puerta de entrada en una espiral desgraciada que se tradujo en
la no renovación del permiso de residencia, la pérdida de la cobertura
sanitaria y, por último, hacía ya seis meses, desahuciados del pequeño piso que
compartían en un barrio humilde.
Sus familias encontraron dinero para volver a Ecuador y ellos se vieron
varados en medio del inhóspito desierto al que derivó su vida. Agotado el paro, los escasos ingresos
que lograban fregando portales o recogiendo cartones daban solo para comer
malamente e invertir unos euros en anticonceptivos fue un gasto superfluo del
que debieron prescindir. El amor
hizo el resto.
Aunque Maricarmen y Eloy, Eloy y Maricarmen, habían hablado
de ello muchas veces y deseaban tener familia, eran lo suficientemente
responsables para entender que no era el momento ni el lugar ni la
situación. La dolorosa alternativa
era un aborto. Exploraron sus
opciones y fue imposible; el sistema público de salud les estaba vedado y, para
acudir a la solución privada, incluso clandestina, necesitaban un dinero del
que carecían. La naturaleza siguió
su curso en el peor de los escenarios. Las vacas flacas se habían declarado en
huelga de hambre.
Maricarmen rompió aguas en la esquina de la Puerta del Sol y
Eloy consiguió que, a regañadientes, un policía municipal avisara por radio al
SAMUR, en cuya ambulancia, sin más testigos que los sanitarios, vio la luz un
niño que se llamaría Jesús.
¿Es esto un cuento de Navidad?
2 comentarios:
2015 ?
Esto me parece muy actual, aunque tampoco creo que cambie mucho para el 2015
creo qyue si sigue el PP gobernno irá a peor, o sea q por venir la poli les cobrarán o les requisarán lo que lleven encima. pobre gente, dejar su hermosísimo país para terminar así no hay palabras pa describir tanto abuso de poder... mientras la Cospe, Aznar, Rajoy, y demás centuriores de la cosa nostra forrándose con nuestros dineros
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