Los números verdes del reloj de la mesilla lucían un 4:26
cuando sonó el teléfono por cuarta vez.
-Mmmm, digamé
-¿Pedro Sánchez?
-Amigos de Jazztel, si las tres veces anteriores que habéis
llamado esta noche, después de escucharos atentamente, os he dicho que no me interesa la
oferta ¿qué os hace pensar que la voy a aceptar ahora?
-¡Despierta, empanao! Que soy Susana.
-¡Joder, Susana! ¿Sabes qué hora es?
Una voz surgió de la maraña rubia que, junto a él,
descansaba sobre la almohada:
-Mándala a la mierda, que estas no son horas de molestar…
-Calla, Bego, que a lo mejor se ha dado cuenta y llama para
decírmelo.
Le respondió Pedro tapando discretamente el auricular con la
palma de la mano.
-¿Sigues ahí, Pedro?
-Sí, Susana, ¿qué quieres?
-Recordarte que si te arrimas al de la coleta te corto los
huevos
-Mira, como me los vais a cortar igual, a lo mejor me
arrimo.
-Tú estás tonto.
Lo primero es que los naranjitos me quitan su apoyo y me quedo con el
culo al aire.
-¡Coño! Y qué más te da, negociamos que te apoye Teresa y
mantienes la presidencia.
-Definitivamente has perdido la cabeza. ¿Tú qué quieres, que los tenga todo el
día aquí metidos levantando alfombras? Nos hunden. Además, me ha dicho Felipe y los demás abuelos que, si trago
con eso, me cosen el coño con una grapadora.
-Mira que eres ordinaria…
-Tú sabrás lo que haces. De momento, el lío que te voy a montar en le Ejecutiva va a
ser de esconderte debajo de la mesa hasta que termine la tormenta.
-¿Ah, sí? Como
si me importara ¿Has visto la encuesta del apoyo de la militancia a un gobierno
de izquierda? Consulto a los militantes y sanseacabó. A ver cómo los amenazas a ellos…
-¿Encuesta? ¿Tú sabes quién ha pagado esa encuesta, iluso,
que te lo crees todo? El aparato.
-Yo no he dado orden de pagar nada.
-Como si tus órdenes valieran para algo…
-A ver si me acuerdo, cuando baje a Sevilla, de echarme un
puñado de piedras en la mochila. No voy a dejar entero ni un puto jarrón chino,
que te tienen la cabeza como un balón de Nivea y luego nos vuelves locos a
todos. Empezando por el Felipe de mis cojones, ¿no puede poner el cazo y
estarse calladito como hacen los demás?
-Mira que tenéis nostalgia los profesores de universidad
que, al primer contratiempo, os volvéis a dar clase. Primero el Tomás, luego el
Carmona y, pasado mañana, tú…
-Por lo menos no me iría al paro como una indocumentada que
conozco… ¿Sabes lo que te digo? Que no son horas, que me voy a dormir. ¡Adiós!
Colgó el teléfono y lo dejó en la
mesilla con parsimonia. Apoyó la cabeza en la
almohada y se quedó dormido colocando a sus peones de confianza el los puestos
claves del gabinete…
Los números verdes del reloj de la mesilla lucían un 5:08
cuando sonó el teléfono por quinta vez…
1 comentario:
¡DONDE ESTABAS tu debajo de la cama? o es que le has colocado un micro.
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