sábado, 18 de febrero de 2017

Mientras estamos distraídos con la infanta…


Ya lo predijo Nóostradamus hace 500 años:

En ágora vociferante la no Reina
atrae ojos, venablos y flamas
La corte oscura repta hacia el tesoro
El pueblo hambriento aplaude

Transcurridos 11 años desde el estallido del caso Nóos, tengo la sospecha de que sus consecuencias están sobradamente amortizadas pero, en un último servicio a la patria, sirve de distracción a la ingenua mirada que no entorna los ojos para saber que se mueve entre las sombras.

Porque los movimientos son infinitos, como de costumbre, e inquietantes, como siempre: El humilde españolito que se quemaba las retinas mirando la tele, a la espera de una condena a la infanta, no reparó en un breve, brevísimo, de 10 segundos, que hablaba de la firma del acuerdo de libre comercio con Canadá (CETA), antesala del TTIP con EEUU, y que, cuando sea ratificado por todos los países de la UE, tendrá como primera consecuencia la pérdida de soberanía de los países miembros en materia comercial, en un primer momento, y pérdida general en cuanto se noten sus efectos en lo laboral, económico, militar…

Aunque su entrada efectiva en vigor aún tardará años, las economías europeas ya van tomando posiciones y los IPCs (inflación) adormecidos empiezan a desperezarse, lo que augura una subida de los tipos de interés, mientras sueldos y pensiones, sin duda para luchar contra el calentamiento global, siguen congelados.

Los bancos europeos empiezan a tejer redes entre sí y tender puentes con el norte de norteamérica, mientras los bancos españoles apuran los últimos años que les quedan de robar descaradamente a manos llenas a clientes particulares, empresas y, sobre todo, al Estado, antes que deban asimilarse a las conductas europeas y aminorar su fervor mangante.

Desde el Gobierno, leal servidor de la Banca, continúan la estrategia de legislar a favor de obra y distraer reformas que mengüen sus cuentas de resultados y ya va para 10 años de saqueo constante. Desde que se volatilizó el superávit de la Era Zapatero, los rescates, las estafas con preferentes o productos similares, las hipotecas sanguinarias, el trile de los planes de pensiones y los Juegos del Hambre con la Prima se Riesgo y la financiación del Estado, se puede decir que nos han limpiado, con precisión quirúrgica, por encima de los 500.000 millones de euros.

Así, tan crecidos como están, diles ahora que la única solución al problema del sistema público de pensiones pasa por un impuesto que grave, mediante un porcentaje mínimo, todas las operaciones financieras. Saldrán, todos a una, gritando que esto es una reedición de la Revolución Rusa, que ponemos en riesgo el sistema financiero, que tendrá consecuencias para los clientes, etc., y, misteriosamente, se les olvidará decir que es el sistema mediante el que se financian (sumado a las cotizaciones) las pensiones de un país tan poco sospechoso de antisistema como Francia.

Sigamos mirando embobados la televisión mientras nos hablan, unos de la inocencia y otros de la culpabilidad de la infanta  y todos de la superación de la crisis. Ninguno hablará de lo ficticia que es (la recuperación) igual que lo fue (la crisis), porque subir la deuda de un 63% (era Zapatero) al 101% (hoy) significa que estamos como estábamos (o peor) y que ha bajado el sacrosanto déficit a costa de deber hasta la paga dominical de nuestros nietos.

No olvidéis a leer con preocupación a Nóostradamus, “ellos” llevan 500 años dictándole al oído las profecías que más convengan al momento.


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