domingo, 12 de febrero de 2017

Si la ocasión la pintan calva, la decepción, morada


Si pudiéramos navegar por pensamiento íntimo de los millones de votantes de Podemos, la sensación que primaría sería la decepción. Desde aquel torbellino purificador y saludable que fue el 15M; su espontaneidad, su ilusión, su confianza en las personas, su organización minimalista, su ADN participativo, su sostenibilidad real, su convivencia sana entre distintas ideas y su juventud en lo intelectual; han pasado casi seis años que lo han envejecido todo.

La primera víctima, callada y discreta, ha sido la Participación. La organización en Círculos concéntricos, donde todo el mundo tenía palabra, capacidad de propuesta, crítica constructiva y, si era necesario, discrepancia, se ha mostrado muy incómoda para las estructuras de poder y, como consecuencia, relegadas a desempeñar un trabajo menor, a escala local, que conduce a su desaparición por puro aburrimiento. Se mantienen fórmulas de participación formal, pero solo lo son en las formas. Si el 15M tenía un ADN participativo, Podemos es un mutante.

A medida que se va adquiriendo Poder, el camino empieza a quedar sembrado de cadáveres y uno muy ilustre es el de la Confianza en las Personas. Depositar el devenir en la buena fe de otros, quizá, suene a cuento ingenuo y buenista pero no lo he inventado yo, era una de las señas de identidad que hacían distinto al 15M y presumían de ello ante todo el que quisiera escuchar.  Si la confianza en las personas era un activo del 15M, ya no existe, Podemos lo ha dilapidado.

Se criticaban descarnadamente, a veces con generosas dosis de choteo, las estructuras rígidas y enormes de los partidos tradicionales: sus miembros solo tenían como objetivo vivir del Sistema, mamando de la teta burocrática, y para lograrlo, debían mantener ese Sistema engrasado. Para definirlo en un solo trazo se les denominó “Casta”. Desterrados los Círculos a la nebulosa del olvido, se va levantando un armazón organizativo, copiado literalmente de los partidos antiguos, y se alimenta con servidores fieles al líder de turno. Ya no se llama Casta, son compañeras y compañeros con responsabilidades en materia organizativa.

La convivencia entre las distintas ideas se mantiene, al menos en apariencia, pero ya no es sana. En realidad se trata de la misma idea vista desde diferentes perspectivas metodológicas y eso no es malo, al contrario. Lo que sucede es que, si has sacado los ojos a los demás por hacer exactamente lo mismo, es lógico que ahora te lo echen en cara y te saquen los colores.  Se trata de una famosa metáfora: después de 6 años escupiendo para arriba, la ley de la gravedad acaba por imponerse.


Lo que nació del 15M, un germen fresco y novedoso, ha envejecido muy deprisa y bastante mal. Los diferentes actores se esfuerzan por …  eso, actuar; dando la imagen de seguir siendo jóvenes en lo intelectual, pero tampoco. Fuera de su círculo endogámico de fieles, feroces con el discrepante, su legión de partidarios se ha dado cuenta y, lenta pero irremisiblemente, va abandonando su apoyo. La lástima es el enorme caudal de ilusión abandonado en medio de la calle y la sospecha que, seguramente, se ha perdido para la política a toda una generación decepcionada.

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