Cualquiera que descubra que, en 35 años de democracia,
llevamos ya 7 sistemas educativos, a la media de uno cada 5 años; pensará que
tenemos un problema. Es cierto,
tenemos un serio problema o muchos.
Tenemos un problema de miopía, con ciertas dosis de
sectarismo, en los dirigentes de turno que han hecho de la capa, del futuro de
cada generación, un sayo trufado de intereses partidistas, ideológicos y
económicos.
Tenemos un problema de falta absoluta de generosidad
rampante en quienes sólo han visto, en una pieza troncal de una sociedad madura
y moderna, un ascua errante que arrimar a la sardina de sus filias y fobias.
Tenemos un problema de cerrazón contumaz a las ideas de
otros que han impedido, desde la base, cualquier atisbo de negociación y
posteriores acuerdos que confieran al sistema educativo de la imprescindible
estabilidad que necesita.
Tenemos un problema de entreguismo a los grandes grupos
editoriales, casualmente relacionados con medios de comunicación influyentes,
que obtienen pingües beneficios de unos cambios curriculares constantes y una
renovación de textos innecesaria.
Tenemos un problema propiciado por el poderoso lobby católico
que ha conseguido desviar importantes recursos de la educación pública a una
concertada enfocada con mando firme hacia la cuenta de resultados.
Tenemos el grave problema del desprecio absoluto a la
Comunidad Educativa que, de humillación en humillación, brega diariamente, a
pie de pupitre, con unos estudiantes desorientados a quienes tratan de motivar
a costa de su salud en muchas ocasiones.
¡Tenemos tantos problemas…!
¿Qué sucedería si echáramos un vistazo a los sistemas
establecidos en países de nuestro entorno que llevan muchos años funcionando
con éxito? ¿Qué ocurriría si
adaptáramos lo mejor de cada uno un sistema propio y estable, diseñado mirando
al futuro de nuestra sociedad y no a épocas pasadas que no van a volver? ¿Qué pasaría si volvieran a la esfera
de lo público los recursos detraídos y los pusiéramos en manos de los
Profesionales que son quienes, verdaderamente, saben de esto?
Somos un país plagado de inteligencia, ingenio, creatividad
y gente capaz y trabajadora. Que
nuestra endémica mezquindad no condene a nuestros hijos a encontrar en el
futuro unas migajas que les permitan sobrevivir tristemente en vez de
desarrollar sus inmensas potencialidades y trabajar en el ámbito donde mejor
puedan expresarse.
¡Tenemos tantas soluciones…!
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