El Toro de la Vega es un “Torneo” de origen medieval
consistente en soltar un toro, de entre 500 y 600 kg y 4 a 7 años de edad, en
la Plaza Mayor de Tordesillas y, al modo de los encierros tradicionales,
conducirlo hasta el puente sobre el río Duero, una vez que ha llegado a la vega
del río y dentro de unos límites establecidos, los participantes a pie o a
caballo deben lancearlo hasta darle muerte; si el animal supera los límites
será declarado vencedor e indultado aunque, las pocas veces que ha sucedido, ha
muerto por las heridas sufridas durante el torneo.
Esta sería la definición en tres brochazos fríos pero su
alcance auténtico es mucho mayor.
Durante su desarrollo se alcanzan tales cotas de crueldad y sufrimiento
infligido que numerosos colectivos ya vienen pidiendo su abolición desde 1950,
llegando a estar prohibido por el gobierno de Franco, que nunca se distinguió
precisamente por su sensibilidad, entre 1966 y 1970. La intervención de voces influyentes de la época, defensores a
ultranza de su celebración, consiguió levantar la prohibición pero el espantoso
espectáculo, el rechazo racional y la constatación del brutal sufrimiento de
que es objeto el toro, han hecho arreciar las protestas hasta alcanzar voces
reputadas fuera de nuestras fronteras.
Es una aberración irracional que no tiene cabida en la sociedad del S
XXI.
Todos los “argumentos” empleados para defender su
celebración parecen presididos por un “sostenella y no enmendalla” propio de
quien sabe que lo que hace está mal pero lo que le molesta no es que se prohíba
sino que alguien de fuera venga a imponérselo:
El manido argumento de mantener una tradición ancestral se
cae por su propio peso; si de eso se tratase, recuperaríamos el sagrado
“derecho de pernada”, el ahogamiento de sospechosas de brujería o la quema de
herejes en festivas jornadas donde disfrutarían grandes y pequeños de unos
ritos intocables porque llevan practicándose desde hace siglos.
También han aparecido algunos seudocientíficos que, tras
numerosos, sesudos y sólidos estudios realizados en la asepsia de la barra de
una tasca, palillo en la comisura y sol y sombra en la diestra, han concluido
que el animal no sufre, que es su condición natural ya que ha sido criado para
ser muerto y que es un enfrentamiento noble de igual a igual. Todo lo
igualitario que pueda ser el enfrentamiento de 500 caballistas y un número
mayor de lanceros a pie contra un único toro.
Lo que sí es un indiscutible atavismo es la sed de sangre
que ciega la mente de sus practicantes; el placer de causar dolor, de herir
compulsivamente a un ser vivo, de notar como la lanza se hunde en las vísceras
de un ser asustado y huir pavorosamente de su reacción defensiva es, en sí
mismo, un campo de estudio valiosísimo para comprender algunas pautas del
comportamiento (in)humano, que aumentarían decisivamente el conocimiento de la
psique y tendrían aplicación en el tratamiento de peligrosas patologías.
Quiero creer que, por la noche, a solas con sus
pensamientos, alguno de estos individuos se cuestionará el por qué de su
actuación. Probablemente sean muchos los que lo hagan pero, al día siguiente,
se sumergen en el cómodo anonimato del grupo y se dejan llevar por la masa
vociferante. ¿Qué sucedería si, un día, uno de ellos y otro y otro y otro,
tuvieran la valentía de expresar en público el malestar interno que sienten al
asesinar a un noble animal indefenso?
Que no haría falta prohibirlo porque desaparecería por incomparecencia pero, como son unos cobardes, ahí sigue.
4 comentarios:
Ante todo, Santi, pedirte mil perdones por no saber ver que tienes un bloc, y además de una calidad grandiosa. Ahora ya no, pero al principio cuando me contestabas a traves de Google+ yo trataba de averiguar y descubrir que detrás habia un blog. No sabia encontrar nada y al final no insistí.
Ahora, escuchando por la radio un debate (sin gritos, sobre el toro de la Vega) queria saber que se decia por Internet, y lo primero que encuentro es tu blog. Bendita casualidad.
Cuanta razón tienes Santi. Vienes a decir lo mismo que decian las personas que estaba escuchando. No era tertulianos, eran médicos, historiadores y por supuesto gente que estaba a favor de esta "fiesta"
Nosotros desde Cataluña estas cosas las deberiamos hablar con la boca pequeña mientras existan "Els correbous" y similares, (aunque creo que la salvajada no es comparable, pero también lo es, aunque también es verdad que van desapareciendo. Creo que el motivo es exactamente el mismo que tu dices. Es cobardia. Yo no se si es porque todo lo que salga de Cataluña vende más o qué, pero la cuestión es que todo el pais se tendria que replantear las prohibiciones, tal como se hizo aquí, a pesar que aun se habla de dicha prohibición como si hubiera sido solo un acto politico.
El Canarias ya llevaban una ventaja de 20 años y nadie decia nada. Aquí no se cuantas veces se habian recogido firmas y siempre superaban el número necesario.
Ojalá este sea el último año. Y hablando de recoger firmas, tampoco se exactamente para que sirven, si cada año se superan y nunca se prohibe
[Con tu permiso me llevo tu artículo, por supuesto haré constar tu nombre, y no hace falta decir que en caso que no lo desees lo retiraré inmediatamente.
Un abrazo, Santi.
jose_estruel@hotmail.com
Hola, José. No soy Santi (imagino que te referirás a Santi Moragas, un amigo que lo habrá difundido), como verás en el nombre me llamo Fermín. Con independencia de este malentendido que queda en el terreno de la anécdota, me alegra que coincidamos en la reflexión sobre la irracionalidad de este tipo de "festejos", símbolo de otra época y que algunos aún se resisten a asumir.
Un abrazo.
Perdón Fermín. Efectivamente me equivoque de nombre. Me referia a Santi Gracia, pero en este caso bentita la equivocacion, porque así he podido encontrarte. Sigo manteniendo lo que le pedí a Santi. En este caso te lo pido a ti lo de llevarme tu post para ponerlo en mi bloc, y en caso de que no sea de tu agrado lo retiraré inmediatamente. Ya he dejado mi correo.
Ha sido un placer, Fermín.
Un abrazo
Hazlo con libertad. Un saludo
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