A pesar de todo no me voy a sentir culpable, hoy no. Sé que hay gente que convierte el hecho
de sobrevivir, un día más, en un titánico esfuerzo a veces estéril, pero no
puedo castigarme por haber nacido en una tierra privilegiada; ni lo elegí ni
tengo de qué avergonzarme, sólo, quizá, puedo mirar imaginariamente a los ojos
de los que sufren y decirles que me tienen para lo que necesiten. Nada más. Nada menos.
A pesar de todo no puedo estar siempre enfadado, ni puedo ni
quiero. Respirar el mismo aire que
algunas alimañas sin escrúpulos debería hacerles sentir mal a ellos, no a los
que llevamos la condición de seres Humanos impregnada en cada célula y lo
mostramos en cada gesto, cada parpadeo, cada latido. Me gusta sonreír y hacer sonreír a los que me rodean y, si
pudiera, a los que rodean a los que me rodean trazando una espiral de
pensamientos positivos que, a cada voluta, concediera a las personas un día más
de esperanza.
A pesar de todo sigo creyendo en mis congéneres, en
todos. No existe la maldad
químicamente pura y de todos y cada uno de nosotros se puede aprender algo
bueno. Me han hecho daño, como a
cualquiera, pero en cada ocasión he tratado de extraer una esencia que me ayude
a crecer, a convertir cada contratiempo en una oportunidad, a buscar, tras cada
disgusto, el cálido sol con que alumbran quienes me quieren de verdad.
A pesar de todo la vida me ha tratado bien y no es
conformismo. Comparto plenamente
mi existencia con la mujer de quien me enamoré siendo aún casi un niño. Reímos, lloramos a corazón abierto, nos
enfurruñamos y achuchamos con sinceridad y nobleza, nos miramos siempre a los
ojos, sonreímos y nos hemos puesto como meta buscarnos las carcajadas sin
hacernos cosquillas. Nuestro hijo
avanza en la vida con paso firme y, sin decirlo, nos hace sentir orgullosos,
tranquilos y felices. Estoy
rodeado de una familia de buena gente de esa por la que darías la vida y, creo,
mi círculo de amigos es reducido pero selecto.
A pesar de todo aprendí desde pequeño que la vida es algo
delicado y efímero que hay que mimar y alimentar cada día con la insistencia de
una abuela amorosa para que, cuando el contador esté cerca de su final, puedas
sentarte tranquilo, mirar atrás y saber que has disfrutado de cada instante,
que le has sacado todo el jugo, a veces dulce, a veces salado, a veces amargo,
…, de saber que has vivido.
Sé que no está de moda, que la gente me mira como a un bicho
raro, que corro el riesgo cierto que ser estigmatizado para el resto de mis
días como un tonto, ignorante y simplón, que jamás aspirará a ser nada en la
vida pero, a pesar de todo, creo que soy feliz. ¿Me acompañas?
3 comentarios:
Ya lo dijo Carmena: El optimismo es una obligación moral y el pesimismo, reaccionario.
Me parece muy bien, Salva, pero hoy, a pesar de todo, dejemos los personajes aparte. Por una vez hablemos desde lo personal, lo íntimo.
Totalmente de acuerdo a pesar de esa cabezonería mía de sentir que no merezco la suerte de ver a mi hijo avanzar en un mundo sin corazón y sinrazón. Me empeño en no ser feliz y este sentimiento está instalado,me temo,en mi capacidad de vivir con plenitud. Te envidio.
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