miércoles, 29 de agosto de 2012

UN EJERCICIO DE MASOQUISMO


Probablemente en su pueblo se les recordará
como a cachorros de buenas personas,
que hurtaban flores para regalar a su mamá
y daban de comer a las palomas.

Probablemente, que todo eso puede ser verdad
pero es más turbio cómo y de qué manera,
llegaron esos individuos a ser lo que son
y a quien sirven cuando alzan las banderas...

Comienza una de mis canciones favoritas del maestro Serrat, de la primera mitad de los ochenta, titulada “Algo Personal”. 

Darse un paseo por los quioscos por la mañana, ver las portadas de determinados libelos impresos en papel prensa, darse una vuelta por el dial y escuchar ciertas soflamas guerracivilistas o coger el mando a distancia de la televisión y ver circunscritos los canales dignos de ser vistos a una escasa media docena (contando los de cine y documentales),  Me hacen tararear esta alegre tonada entre arcada y arcada.  Masoquista que es uno...

En materia de Medios, resulta particularmente aleccionador trazar un paralelismo entre el nivel de bazofia esparcida y la composición de sus respectivos consejos de administración.  El resultado es tan demoledor como descorazonador y no queda más remedio que comparar nuestro panorama mediático con el de los países que nos rodean con una envidia insana y retorcida (la envidia sana no existe, que no nos engañen).
Profundizamos en el masoquismo...

Afortunadamente, aún nos queda internet que, salvo intentos baldíos por emponzoñarlo, sigue siendo un espacio de expresión libre donde, con un ejercicio mínimo para separar el grano de la paja (quieto Colubi), se adquiere información veraz y opiniones poco pervertidas por el interés económico de quienes las emiten. Aunque, si queremos, también encontraremos sitios que nos hagan sufrir...

Los ingleses tienen un refrán que viene muy al caso: “Curiosity killed the cat” (la curiosidad mató al gato) y, a veces, hacemos gala de una curiosidad morbosa viendo, leyendo o escuchando inmundicia disfrazada de periodismo.  No pretendo aleccionar a nadie, faltaría más, pero conviene recordar que estas sentinas de la bajeza no existirían si no tuvieran publicidad y, no tendrían publicidad, si nadie las viese, leyese u oyese.  Cada quien es libre de maltratar su entendimiento como quiera...

Sufrimientos auto infligidos aparte, no puedo cerrar sin reflejar el último verso del estribillo del maestro, un cierto aunque brutal corolario: Entre esos tipos y yo hay algo personal. 

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