No valoramos suficientemente la importancia de una máxima de
vigente actualidad: “Es un trabajo sucio pero alguien tiene que hacerlo”, que
algunos, mal llamados, medios de comunicación tienen como estandarte de su
ideario y lo aplican con denuedo en la tarea de allanarle el camino, a quien
pague, en la puesta en marcha de unas políticas que sólo sirven a unos
intereses; transferir, sin el más mínimo rubor, la máxima cantidad posible de
recursos públicos, los de todos, a manos privadas, las de ellos.
Lo que me genera muchas dudas es saber si, quienes
prostituyen su carnet profesional, están al servicio del Bobierno y sus
bastardas estrategias o si, en caso contrario, son ellos quienes, a micrófono y
rotativa armados, señalan a la Moncloa el camino a seguir. Da lo mismo, ya sea a un lado u otro de
la rueda de prensa, ambos están en un estado de permanente genuflexión ante los
desalmados que expolian el erario con una ambición sin límites.
Así, se han llevado a cabo con éxito, las arteras maniobras
de desprestigio, acoso y lapidación pública de los sindicatos de clase, jueces
incómodos, servicios públicos, desempleados, clase política y, ahora en un más
difícil todavía, la ciudadanía descontenta. Todo aquel que ose desafiar su mando será fruto de escarnio
ante los ojos asombrados de los demás ¿Nos suena de algo? ¿Es la antesala de
otros comportamientos ya conocidos?
Produce sonrojo el desahogo con el que, autoinvestidos de
pureza profesional, algunos discípulos aventajados de Goebbles, realizan su
diario circuito de la manipulación y van de plató en plató, de emisora en
emisora o de redacción en redacción, vendiendo su “crecepelo milagroso”
construido a base de mensajes cortos, simplones, grandilocuentes y
completamente falsos (una media verdad no es una media mentira, es mentira y
media), dirigidos hacia un público diana muy concreto, pero que también vota,
que se ha hecho adicto a su ración diaria de sangre y vísceras en plaza
pública.
Muchos amigos, conocidos, vecinos o familiares que, en el
fondo, saben la bazofia que les venden y se avergüenzan, pero no pueden
prescindir de su dosis diaria de droga populista, confiesan que lo ven, oyen o
leen porque les gusta saber lo que piensa el “enemigo”. Si así fuera, sería bastante más útil
no ver, no oír, no leer estos medios que viven de la publicidad que contratan y
los anunciantes sólo obedecen una ley, la de la audiencia; si no hay audiencia
no hay publicidad, sin publicidad no hay dinero y, sin dinero, no existirían.
Me tienta la idea de poner, uno a uno, los nombres de estos
indeseables y las empresas que les pagan pero, son de piel ultrasensible
(prefijo aplicable a todo lo que hacen) y no me apetece nada que me achuchen a
su perro entrenado para matar, que obedece al sonoro nombre de MANOS LIMPIAS y
me vea en un continuo de visitar sedes judiciales. Estos muchachos son capaces de sacarte el corazón con una
cuchara de palo pero, luego, no aguantan una avispa en el escroto…
2 comentarios:
Una simbiosis tan podrida, politicastros&"periodistas", hay que seguir combatiéndola. Lo dices tan sencillo y claro que asombra la cantidad de idiotez en la masa. ¡Sigamos con el espíritu de las avispas!
De acuerdo totalmente, pero faltan los nombres, claro está que hoy en día al libertad de expresión está perseguida.
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