Tanta visita de la enmantillada Cospedal al Vaticano no
podía ser gratis; de momento (ya se sabe que la Iglesia es muy lenta en la
aplicación de reformas), de la habitual escenografía del Belén navideño, han
desaparecido la mula y el buey y su imaginería irá variando, paso a paso, hasta
concluir que María, virgen hasta después del parto, dio a luz en una maternidad
privada regentada por Capium, donde un antepasado del suegro de la ínclita Mª
Dolores, sacaba unos buenos sestercios.
Así se escribe la Historia.
Ante las clamorosas y multitudinarias protestas de los
profesionales sanitarios de Madrid, en contra del vertiginoso proceso de
desguace y venta al mejor postor de la Sanidad Pública madrileña, los
estrategas del Partido Popular, han soltado la correa y el bozal a su legión de
trolls asalariados, para que voceen que “la Sanidad es y seguirá siendo pública
y gratuita”. Si, y la Beneficencia
también. No cuentan, sin embargo,
que la gestión privada de un hospital medio cuesta a los ciudadanos el triple
que la pública y, esos dineros de más, van a parar de nuestros impuestos al
bolsillo de sus nuevos gestores con el consiguiente deterioro de la calidad del
servicio prestado. Subastan nuestra
salud.
Esta semana hemos conocido el fallecimiento de dos personas
que marcaron parte de nuestras vivencias infanto-juveniles. Los personajes que conocimos eran el
alfa y el omega, el ying y el yang, el blanco y el negro de los comportamientos
humanos y sustanciaban grandes dosis de amor y odio respectivamente. Hablamos del entrañable Miliki y el
perverso J. R. Desaparecidos
ellos dos, nos vemos metafóricamente envueltos, aún más, en ese marasmo de mediocridad
que nos rodea donde el abanico abarca toda la gama de grises, del más claro al
más oscuro, pero sólo grises.
Nunca estuve de acuerdo con ese “Ji, ji – ja, ja” que ha
adornado la miseria moral de la que han hecho bandera los francotiradores
ideológicos de Intereconomía, La Gaceta, ABC, La Razón, con algo más de
sutileza El Mundo y, a otro nivel, Tele5.
Es legítimo que un medio de comunicación mantenga una línea editorial
afín a sus accionistas. Quizá sea
poco ético pero no carece de legitimidad.
La pregunta ahora sería: ¿A
las directrices de qué Junta General de Accionistas responde la creciente
manipulación de los informativos de RTVE?
Tras la inicial purga de profesionales, ahora, no ha quedado más remedio
que el comunicado del Consejo de Informativos denunciando las presiones,
represalias y condenas al ostracismo que sufren los periodistas que no aceptan
firmar informaciones falsas, torticeras, mendaces o, directamente, contrarias a
cualquier criterio de deontología periodística. Sigamos riéndoles las gracias, que nos irá bien…
Por cierto (y aprovechando el título), mañana se vota en
Cataluña y hoy, por tanto, es jornada de reflexión. Me voy a permitir la soberbia de aconsejar a los catalanes
que voten lo que crean oportuno pero que, previamente, lo piensen bien; que
luego tiene difícil arreglo y, si no me creen, que miren a La Moncloa y verán.
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