sábado, 5 de abril de 2014

Esperanza Aguirre o la altanería como way of life


Vaya por delante que, si la lideresa del Tea Party, Sarah Palin, hubiera protagonizado un incidente como el de su homóloga madrileña, hubiera abandonado esposada la escena y pasado la noche en un calabozo por aquello del cumplimiento de la ley y esas cosas.  Ahora bien, lo de ser duquesa, Grande de España consorte; haber salido con bien de un accidente de helicóptero, un atentado en la India, un cáncer de pecho, el tsunami Gürtel o, entre otras menudencias, la ubicación de la estación del AVE en Guadalajara; debe infundir carácter y una irresistible sensación cercana a la inmorlatidad y trufada de impunidad.

Quienes la han tratado de cerca, hablan y no paran de su habilidad mental para, con tres palabras, volver a su favor cualquier argumento irrefutable en el salga perjudicada; habilidad que entrena y desarrolla en sus célebres partidas de mus de sobremesa, regadas con licores espirituosos y perfumadas con el inconfundible aroma de los Cohibas.  Seguramente, se tratará de palabrería infundada, propia de envidiosos que no le perdonan su natural desparpajo y casticismo sin parangón.

A pesar de lo que pueda aparentar, sospecho (debo investigarlo en profundidad) que su desempeño al volante está regido por la misma normativa que el resto de los mortales, que en el hipotético y remoto caso, por su parte, de incumplimiento de la ley, le serían aplicados los mismos castigos que tenga establecidos el ordenamiento jurídico y que, en el caso de la sanción interrumpida -interrupit poenae, en pedante-, la justicia, cuyo garante de su cumplimiento es Gallardón ¡Qué casualidad!, actuará con todo el rigor previsto para estos casos.

¿Somos conscientes de que, desde la tarde del jueves pasado, se han difuminado las menciones a la intolerable cifra de desempleados, a que la mayoría de los parados de larga duración han perdido su prestación por desempleo, al acelerón de los desahucios, al abandono a los dependientes, al proceso de liquidación de la Sanidad Pública, a la desastrosa ley Wert y sus terribles consecuencias, al oneroso rescate de la Banca y su segunda edición con las autopistas, a la sangría de impuestos indirectos y las risotadas de los poderosos, a la corrupción que impregna todo de un insoportable olor a cloaca, ...  o, muy preocupante, a la escalada ultraderechista en Europa?

Ya sé que les tenemos muchas ganas pero no conviene dejarnos distraer por las ridículas muestras de altanería y soberbia, protagonizados por quienes, en un país medianamente serio, llevarían ya un tiempo a la sombra.

Pasadas unas horas de lógico choteo y desahogo, volvamos a lo importante...


1 comentario:

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo en todo. Nos despistamos demasiado rápido con cualquier tontería o provocación que protagonizan esta gentuza. No perdamos la vista de lo importante.