Ante la permanente estafa en el lenguaje (entre otras) a la
que nos somete nuestro amadísimo Gobierno, conviene echar mano del diccionario
para recuperar el significado real de los términos. Nos cuentan que se ha enviado a Bruselas el Plan de Estabilidad
2014-2017 pero ¿qué significa estabilidad?
En una primera consulta no salimos de dudas: “Calidad de estable”, reza
la definición, de modo que habrá que buscar Estable: “Que se mantiene sin
peligro de cambiar, caer o desaparecer”.
Preocupante.
Se deduce, pues, que la previsión económica que Rajoy ha
enviado a sus jefes, tiene como objetivo evitar el peligro de cambios, es
decir, nuestro presidente se pasa el día mascullando por los pasillos aquello
de “virgencita -condecorada o sin
condecorar- que me quede como estoy”:
Inmersos en el círculo vicioso de una economía anémica: un
desempleo intolerable que, después de decirnos que había tocado fondo, al
parecer, se ha puesto a cavar hacia las profundidades; unas entidades financieras
que, después de ser izadas del abismo con nuestro dinero, se niegan a abrir la
espita del crédito a las PYMES y al consumo; una patronal embarcada en su
particular cruzada contra los derechos laborales; un abandono terrible de los
más desfavorecidos sustanciado en millones de familias que pasan hambre,
dependientes abandonados a su suerte, enfermos crónicos que deben elegir entre
medicinas y comida, estudiantes condenados a la frustración académica, etc.
Ahora bien, están sacando un aprovechamiento máximo a la
excusa de la situación económica para darnos un buen arreón en materia de
derechos y libertades, con unas iniciativas legislativas en marcha o de
inminente aprobación que nos recuerdan amargamente aquello de “atado y bien
atado”: Una ley de educación que
fomenta la desigualdad, la ignorancia y lamina cualquier atisbo de pensamiento
crítico; una reforma judicial, precedida por la ley de tasas, que elimina el
principio básico de la igualdad ante la ley; una anunciada reforma de la ley
del aborto que retrotraerá a la mujer y sus libertades a los años 70; una ley
de seguridad ciudadana que criminaliza toda protesta por justa y pacífica que
sea o una mordaza a la expresión libre de la opinión, muy útil cuando todo
apesta.
El cáncer de la corrupción se ha extendido por todo el
Estado, tanto en estamentos como en geografía, y se aprovecha con habilidad de
timador para fomentar una desafección política que, en forma de abstención
masiva, les sirva para perpetuarse en el poder.
Cuentan que, una vez, fue un familiar a preguntar por una
persona ingresada en el hospital, al informarle que había fallecido contestó:
“Gracias, avísenos si se produce algún cambio en su situación...”. No se sabe si el lumbreras de turno se
llamaba Mariano pero sospechamos cuál es su concepto de estabilidad.
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