Estamos en el primer fin de semana de la campaña para la
Elecciones Europeas y la poderosa maquinaria, puesta en marcha para propiciar
una alta abstención, ya funciona a pleno rendimiento.
Llama la atención, por escandalosa, la ausencia de anuncios
institucionales que, como es norma en los países democráticos, animen a la
participación y cabe destacar que España es el único país europeo donde no se
ha puesto en marcha esa campaña. ¿Por qué? Sencillamente porque no interesa.
Mayo es el mes por excelencia de eclosión de las alergias
primaverales que, este año, se ven relegadas a un segundo plano por la aparición
de otro fenómeno de efectos igualmente molestos: Las encuestas.
Así, con la “gota malaya” de los datos pasados por la Thermomix,
pretenden minar las intenciones de quien confía en dar un vuelco al panorama
electoral. Día tras día, la televisión,
la radio o la prensa; cuya financiación depende del dedo hacia arriba o hacia
abajo que quien maneja el cotarro, van desgranando un escenario pos electoral
con tendencia a mimetizar los datos del noviembre de 2011 de nuestros
tormentos: Repunte de la intención hacia
el PP, estancamiento del PSOE en 2ª posición y, pasito a pasito, descenso de las
otras formaciones en las que habíamos depositado la esperanza fundada de romper
el rigor mortis del bipartidismo.
Curiosamente, se atreven, ya con descaro, a avanzar el número
de escaños obtenidos cuando, esa cifra, viene determinada por los datos de
participación. Para cualquier persona
medianamente informada la estrategia es burda y simplona pero va haciendo mella
en ese numeroso colectivo que la demoscopia denomina “indecisos”.
Es cierto que ha aumentado sensiblemente el número de
formaciones que concurren a estos comicios pero, en virtud de una deseable
salud democrática, deberíamos tener un mensaje común: VOTA. Vota a quien
quieras, las opciones son variadas, pero vota.
Vota porque a los de siempre les conviene que no lo hagas para seguir
manteniendo su posición dominante y privilegios. Vota porque, en caso contrario, se verán
legitimados para meternos, aún más dentro y con más saña, la tijera que les
exigen desde Europa. Vota porque, si el
resultado es diferente, los que dictan las directrices desde Bruselas tendrán
otras prioridades y, como consecuencia, propondrás otras medidas
distintas. Pero, sobre todo, VOTA para
que dejen de reírse de nosotros en nuestra cara. Solo este motivo ya debería ser suficiente.
Luchamos contra un enemigo poderoso pero, de toda la vida;
hablar directamente con nuestros familiares, vecinos, amigos, compañeros de
trabajo o en la cola del mercado; ha demostrado ser un arma eficaz como
ninguna. Tú transmites confianza con tu
mensaje, ellos no. Tú no defiendes
intereses bastardos, ellos sí. Lo tuyo
es un ejercicio de verdadero demócrata ¿y lo suyo...?
Abramos los ojos: Pretenden que no votemos porque nos tienen
miedo.
1 comentario:
Como siempre,genial artículo¡
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