Un soufflé es un plato delicioso y delicado que, bien hecho,
supone una exquisitez para el paladar.
Su elaboración es un arte en si misma y el éxito o el fracaso están
separados por una línea sutil que depende de algunos factores. Debe pensarse muy bien, previamente,
qué es lo que se quiere hacer; utilizar los ingredientes adecuados en las
cantidades exactas y, sobre todo, saber medir los tiempos con precisión quirúrgica:
Un minuto de más o de menos en el horno puede hacer que se queme o que no se
cocine lo suficiente y quede convertido en una masa de textura
desagradable. Debe servirse en el
momento adecuado ya que, si se hace antes de tiempo, se desinfla y baja pasando
de ser un plato inigualable a una vulgaridad prescindible que, además, alimenta
bastante poco.
¿Es Podemos un soufflé? Veamos: Sus
cocineros lo han preparado con mimo, han seleccionado los ingredientes con
cuidado, establecido un proceso de elaboración medido hasta las últimas
consecuencias, realizado una prueba exitosa antes de colocarlo en el lugar
estrella de la carta, promocionado apelando a instintos básicos de modo que
despierte el apetito del comensal y metido al horno en unas cantidades capaces
de alimentar a todo un país. Una
vez cumplido escrupulosamente el tiempo de cocción se ha sacado del horno pero,
quizá, demasiado pronto y cuando llegue el momento de degustarlo habrá caído,
haciendo patente el artificio que lo rodea.
Algo se adivina.
La calculada ambigüedad con que se han elaborado sus propuestas, en algunos
casos contradictorias, no soporta un escrutinio minucioso. Una vez en marcha la
organización, la metodología participativa en la toma de decisiones está dando
paso a una mano férrea que sigue los pasos establecidos, dejando de lado
aportaciones o alternativas que puedan dar un sesgo ideológico a su
actuación. Identificarse con una
ideología concreta, en este caso de izquierdas, puede suponer la pérdida de
otros votos del resto del espectro político y, en ese caso, no saldrían las
cuentas. Además, una organización
política que mantenga el espíritu asambleario de sus orígenes es ingobernable,
sus creadores lo saben y, discretamente, tratan de dotarse de “cuadros” en el
ámbito interno que, lejos de los focos, determinen la trayectoria invariable a
seguir para conseguir el objetivo fijado:
Vencer.
¿Vencer para qué?
Evidentemente para gobernar.
Para gobernar deben saber dónde quieren ir y, por supuesto, cómo. Dudo que lo sepan; en cuanto se rasca
un poco con la uña la superficie dorada y apetecible del soufflé se comprueba
el vacío que hay debajo pero, al parecer, eso no importa; primero hay que
vencer y luego ya se verá qué se hace.
Esa actitud, cuando tienes millones de personas salivando sentadas a la
mesa, es muy peligrosa; se quedarán con hambre y, posiblemente, se lo piensen
muy bien antes de acudir otra vez a un restaurante.
Para que una estrategia de marketing tan bien diseñada
funcione, hay unos elementos imprescindibles, los comerciales: Se encargan de magnificar las virtudes
del producto, colocar el anuncio allá donde aparezca un potencial comprador y,
sobre todo, denostar, descalificar y despreciar todas las demás propuestas,
llegando a utilizar el insulto con generosidad cuando se señala la debilidad de
sus argumentos.
Nunca he cocinado ni comido un soufflé, es posible que sea
una delicia pero mis prioridades alimentarias son otras, ahora bien, quienes lo
elaboran, venden y dan a probar deberían respetar a quien no lo hace y,
sobre todo, pensar muy bien cómo llenar el estómago de quien ha confiado en
ellos. Una multitud hambrienta
puede devorarles.
¡Bon apetit!
6 comentarios:
Estoy absolutamente de acuerdo con tu exposición y me temo que no soy o somos los únicos, de seguir así este proyecto sólo quedará la abstención para muchos, lo que por otro lado supondría no haber cambiado nada y seguir igual que estamos.
La verdad me preocupa que estemos ilusionándonos con un cambio en el modo de hacer política y que este cambio quede varado por la ambición de siempre de quienes entran en política.
¿Dónde está realmente la libertad de pensamiento? Quizá lo que ocurre es que quienes realmente sirven o son libres de pensamiento siguen siendo incapaces de someterse a disciplinas de partidos. Quizá el miedo a estropear lo que ya ha comenzado sea posiblemente el ingrediente que corte ese suflé, como ocurre con la mayonesa. (vaya ejemplo cutre que he puesto)
Yo estoy en desacuerdo con la conclusión principal del artículo, no votaré a Podemos, la mía es otra opción, pero no creo que sean un souffle vacío. La calculada ambiguedad de sus propuestas busca ganar votos evidentemente pero sí creo que hay un programa detrás. Hasta donde llegarán con ese programa si gobiernan es algo que juzgaremos con el tiempo pero creo que merecen mejor opinión por parte de los que nos movemos en una óptica claramente de izquierdas.
Eduardo Gutiérrez (Podemos) en el debate que anoche tuvo en la Sexta Noche sobre economía con representantes de PSOE y PP, bien parece que clarifica cuáles son sus postulados e iniciativas a llevar a cabo si gobiernan. Podrán considerarse positivos, negativos o medio pensionistas sus propuestas, pero no cabe la negación de que no los explicitan o cuasi-etéreos a modo de soufllé.
Estoy de acuerdo y también con Ricardo. Parece un soufle interesante y renovador y a la vez, algo que esperábamos. Ya estaba empachado de los viejos pastelillos que me daban diarrea. Habrá que probarlo si queremos saber si es bueno, o es en el fondo como todos.Saludos
Puede que el suflé, se desinfle, pero la semilla está sembrada. Puede que algunos de sus argumentos sean un poco inalcanzables, pero consiguen que la gente que llevaba aborregada mucho tiempo se desperece y exija un cambio...El bipartidismo se tambalea y los cambios en el discurso PPSOERO se nota.. Puede que no vote Podemos, pero lo que es seguro es que no votare Pp ni PSoe.... Buen artículo, saludos..
Un gran post sin duda alguna, el punto de ese hipotético Soufflé nunca funcionó y menos aún basandose en utopias trasnochadas que siempre, y debido a la debilidad humana, acaba en regímenes totalitarios. Bestias y genocidas como Hitler y Mussolini, se declaraban Socialistas. Otros brutales asesinos como Stalin, Pol Pot, también abogaban por teorías parecidas. ¡¡¡La carne es débil!!!. La única manera que conozco de gobernar y evitar abusos de cualquier signo, pasa por embridar al poder. Se hace imprescindible una Democracia Formal, con Separación de Poderes y Representatividad, una Constitución que no recoja estos dos puntos no es Democracia. Una República Constitucional es un gran medio de gobernabilidad. Un saludo Fermín, a seguir en la brecha. Gracias por tus geniales escritos.
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