Un rasgo exclusivo de la raza humana es que, desde las
primigenias organizaciones sociales, siempre hubo un “listo” que se llevó el
gato al agua de su propio beneficio en detrimento del grupo al que
pertenecía. Estos “listos” se
atribuían poderes sobrenaturales y obligaban a ser tratados a “cuerpo de rey”
por sus congéneres, si no querían que los dioses, con mil nombres, formas y
manifestaciones, castigarán a los incautos desobedientes.
Las tres religiones monoteístas nacidas en la costa este del
Mediterráneo: Judaica, Cristiana y Musulmana; fueron sofisticando sus mensajes,
ritos, premios (nunca en este mundo) y castigos, de modo que, en su nombre,
permitieran sojuzgar a sus fieles y destruir a los infieles. Desde un primer momento, los “listos”,
descubrieron un peligro latente para sus espurios intereses que había que
someter del modo que fuera: La Mujer.
Acostumbrados a ejercer el poderío físico como arma
intimidatoria y descalificante para quien carecía de él, una capacidad
“femenina” les asustaba terriblemente:
La facilidad de la mujer para gestionar las emociones propias y ajenas a
conveniencia, consiguiendo unos resultados asombrosos que la fuerza bruta nunca
lograría (lo que ahora conocemos como inteligencia emocional). La mujer era el enemigo en la sombra
que amenazaba el dominio de chamanes y sacerdotes, basado en mensajes
incomprensibles y castigos crueles.
Había que someterla a cualquier precio.
Para estigmatizarla, le atribuyeron la autoría de todos los
males del mundo y, solo desde la obediencia ciega y la sumisión podrían
redimirse de su natural condición plagada de defectos.
A lo largo de la historia, las religiones fueron imponiendo
sus tesis a sangre y fuego, a la vez que sofisticaban su nómina de agravios
contra la mujer que quedó relegada a un papel “secundario” en los roles
sociales: Procrear, atender al
hombre y sus necesidades y cuidar de su hacienda.
A medida que la ciencia fue tomando relevancia y, ya en los
siglos XIX y XX, sustituyendo las creencias irracionales por certezas
científicamente demostradas; las religiones fueron perdiendo su poder y, en
reciprocidad, la mujer fue ganando enteros en papeles más relevantes en las
sociedades industriales y postindustriales. Esa fue la madre de todas la revoluciones.
Hoy día, estar en posesión de fuerza física no supone
ninguna ventaja, siempre habrá una máquina que la supere y, cada vez más
(afortunadamente), la mujer va dando muestra cierta de todo el potencial que
atesora, destacando en tareas de investigación, fruto de una enorme capacidad
de aprendizaje y desarrollo de éste; capacidad de gestión de recursos de todo
tipo o desarrollar exactamente las mismas labores que, tradicionalmente, se
consideraban “territorio masculino” con resultados, al menos, iguales que el
hombre.
La educación recibida, impregnada de referencias religiosas,
determina o sirve como excusa para una resistencia numantina incomprensible,
por parte de dirigentes, empresarios y elementos cercanos al poder, a la integración
plena de la mujer al mercado laboral en igualdad de condiciones, para el acceso
a puestos de especial relevancia en la toma de decisiones y para percibir la
misma retribución que un hombre por el mismo trabajo.
Esta miopía consciente hacia la mujer, como cualquier tipo
de miopía, puede y debe ser tratada con las lentes correctoras adecuadas de
modo que se visibilice, con toda nitidez, lo necesario para nuestra sociedad de
una mujer en plenas condiciones de igualdad con el hombre en todos los ámbitos. Mientras tanto, mientras más de la
mitad de la población mundial esté relegada a un difuso segundo plano, no solo
no mejoraremos sino que, lo estamos viendo en el resurgir rabioso de las tesis
musulmanas más destructivas, iremos para atrás abocados al autoexterminio.
No es que la presencia y acción de la mujer en igualdad de
condiciones sea necesaria, es que es imprescindible. Por eso, hoy, 8 de Marzo (aunque todos los días son 8 de
marzo), manifiesto mi orgullo de sentirme mujer (en muchos aspectos, ya me
gustaría).
4 comentarios:
de esto que la discriminaciónn positiva no sea discriminación, sino integración. cuando consigamos que sea total, dejaremos de malcelebrar "el día de la mujer"
Jose Ramiro @notienearreglo
Creo que la mujer en realidad solo avanza en tareas. No subestimeis a los hombre. Somos víctimas sociales y nuestro peor enemigo somos nosotras mismas.
Es espectacular cómo desde la religión ensalzan la figura de la virginidad , desde la contrarreforma, para encarcelar mujeres en el altar de la pureza.
Por eso las sociedades con religión protestantes nos llevan ventaja en igualdad
Todos los seres humanos somos hombre-mujer y también bisexuales por naturaleza. No creo que la verdad es que la mujer es superior al hombre por su supuesta superior capacidad de fortaleza, autocontrol, inteligencia y por su capacidad de engendrar la descendencia. La Vida Humana es el resultado final de la etapa de edad que abarca desde los 0-3 años de vida. Los Mayores Retos De Nuestra Vida Tienen Lugar En Esa Olvidada Etapa De Nuestra Vida.. El Inconsciente Se Convierte En El Patrón De La Consciencia Esa Que Sólo Es Un 1% De Nuestra Capacidad Mental, Fisiológica, Conductual y Social. Los Seres Humanos Somos Seres Queridos-Odiados, Justos-injustos,,, En Fin,, Somos Todo Y Nada
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