domingo, 8 de marzo de 2015

8 de Marzo, el orgullo de sentirme Mujer



Un rasgo exclusivo de la raza humana es que, desde las primigenias organizaciones sociales, siempre hubo un “listo” que se llevó el gato al agua de su propio beneficio en detrimento del grupo al que pertenecía.  Estos “listos” se atribuían poderes sobrenaturales y obligaban a ser tratados a “cuerpo de rey” por sus congéneres, si no querían que los dioses, con mil nombres, formas y manifestaciones, castigarán a los incautos desobedientes.

Las tres religiones monoteístas nacidas en la costa este del Mediterráneo: Judaica, Cristiana y Musulmana; fueron sofisticando sus mensajes, ritos, premios (nunca en este mundo) y castigos, de modo que, en su nombre, permitieran sojuzgar a sus fieles y destruir a los infieles.  Desde un primer momento, los “listos”, descubrieron un peligro latente para sus espurios intereses que había que someter del modo que fuera: La Mujer.

Acostumbrados a ejercer el poderío físico como arma intimidatoria y descalificante para quien carecía de él, una capacidad “femenina” les asustaba terriblemente:  La facilidad de la mujer para gestionar las emociones propias y ajenas a conveniencia, consiguiendo unos resultados asombrosos que la fuerza bruta nunca lograría (lo que ahora conocemos como inteligencia emocional).  La mujer era el enemigo en la sombra que amenazaba el dominio de chamanes y sacerdotes, basado en mensajes incomprensibles y castigos crueles.  Había que someterla a cualquier precio.

Para estigmatizarla, le atribuyeron la autoría de todos los males del mundo y, solo desde la obediencia ciega y la sumisión podrían redimirse de su natural condición plagada de defectos. 

A lo largo de la historia, las religiones fueron imponiendo sus tesis a sangre y fuego, a la vez que sofisticaban su nómina de agravios contra la mujer que quedó relegada a un papel “secundario” en los roles sociales:  Procrear, atender al hombre y sus necesidades y cuidar de su hacienda.

A medida que la ciencia fue tomando relevancia y, ya en los siglos XIX y XX, sustituyendo las creencias irracionales por certezas científicamente demostradas; las religiones fueron perdiendo su poder y, en reciprocidad, la mujer fue ganando enteros en papeles más relevantes en las sociedades industriales y postindustriales.  Esa fue la madre de todas la revoluciones.

Hoy día, estar en posesión de fuerza física no supone ninguna ventaja, siempre habrá una máquina que la supere y, cada vez más (afortunadamente), la mujer va dando muestra cierta de todo el potencial que atesora, destacando en tareas de investigación, fruto de una enorme capacidad de aprendizaje y desarrollo de éste; capacidad de gestión de recursos de todo tipo o desarrollar exactamente las mismas labores que, tradicionalmente, se consideraban “territorio masculino” con resultados, al menos, iguales que el hombre.

La educación recibida, impregnada de referencias religiosas, determina o sirve como excusa para una resistencia numantina incomprensible, por parte de dirigentes, empresarios y elementos cercanos al poder, a la integración plena de la mujer al mercado laboral en igualdad de condiciones, para el acceso a puestos de especial relevancia en la toma de decisiones y para percibir la misma retribución que un hombre por el mismo trabajo.

Esta miopía consciente hacia la mujer, como cualquier tipo de miopía, puede y debe ser tratada con las lentes correctoras adecuadas de modo que se visibilice, con toda nitidez, lo necesario para nuestra sociedad de una mujer en plenas condiciones de igualdad con el hombre en todos los ámbitos.  Mientras tanto, mientras más de la mitad de la población mundial esté relegada a un difuso segundo plano, no solo no mejoraremos sino que, lo estamos viendo en el resurgir rabioso de las tesis musulmanas más destructivas, iremos para atrás abocados al autoexterminio.


No es que la presencia y acción de la mujer en igualdad de condiciones sea necesaria, es que es imprescindible.  Por eso, hoy, 8 de Marzo (aunque todos los días son 8 de marzo), manifiesto mi orgullo de sentirme mujer (en muchos aspectos, ya me gustaría).

4 comentarios:

Jose Ramiro dijo...

de esto que la discriminaciónn positiva no sea discriminación, sino integración. cuando consigamos que sea total, dejaremos de malcelebrar "el día de la mujer"
Jose Ramiro @notienearreglo

Piszu dijo...

Creo que la mujer en realidad solo avanza en tareas. No subestimeis a los hombre. Somos víctimas sociales y nuestro peor enemigo somos nosotras mismas.

elecrtroduende21 dijo...

Es espectacular cómo desde la religión ensalzan la figura de la virginidad , desde la contrarreforma, para encarcelar mujeres en el altar de la pureza.
Por eso las sociedades con religión protestantes nos llevan ventaja en igualdad

Holocaustohollycapitalista.blogspot.com dijo...

Todos los seres humanos somos hombre-mujer y también bisexuales por naturaleza. No creo que la verdad es que la mujer es superior al hombre por su supuesta superior capacidad de fortaleza, autocontrol, inteligencia y por su capacidad de engendrar la descendencia. La Vida Humana es el resultado final de la etapa de edad que abarca desde los 0-3 años de vida. Los Mayores Retos De Nuestra Vida Tienen Lugar En Esa Olvidada Etapa De Nuestra Vida.. El Inconsciente Se Convierte En El Patrón De La Consciencia Esa Que Sólo Es Un 1% De Nuestra Capacidad Mental, Fisiológica, Conductual y Social. Los Seres Humanos Somos Seres Queridos-Odiados, Justos-injustos,,, En Fin,, Somos Todo Y Nada