Hace tiempo que percibimos la maraña de casos de corrupción
en los que, de diferentes maneras, interviene el Partido Popular como un ente
incompleto. Veamos:
Si colocamos sobre el mapa todos los ponzoñosos casos
confirmados, sospechosos o intuidos, descubriremos una infección purulenta,
plagada de abscesos, que ha puesto perdidos de pus las páginas de los
periódicos, los juzgados y nuestro ánimo.
El tratamiento que tendió a darse a las diferentes tramas, que han ido
apareciendo un día sí y otro también, estuvo localizado en lugares y
personajillos concretos pero ¿qué sucedería si nos separáramos unos metros y
viéramos el conjunto con algo más de perspectiva? Podría, perfectamente, tratarse de un holding de latrocinio
dotado de una estructura centralizada común y una serie de sucursales,
salpicadas por todo el país, con sus delegaciones en red y una amplia plantilla
de “comerciales” que perciben un fijo y unos incentivos en forma de comisiones
y otros premios en relación con su productividad. Cuando se da un caso de codicia desatada (aún más) y el
“comercial” no hace llegar su parte a la “central”, se le obliga a dejar el
cargo, como parece que sucedió con el alcalde de Majadahonda (Madrid),
forzado a la dimisión por el “púnico” Granados, valga la redundancia.
¿Cómo abordaríamos el Caso Bárcenas (y demás tesoreros)
desde este planteamiento? Se
trataría de un alto ejecutivo del holding que controla los aspectos puramente
financieros. Como consecuencia,
sus retribuciones estarían divididas en un sueldo generoso y unos jugosos
porcentajes del “Impuesto Involucionario” que, cual hormiguita laboriosa, ha
ido guardando, mes a mes, año a año, en unas confortables cuentas (poco
corrientes) en la afamada banca suiza.
Hasta la fecha, han “aflorado” alrededor de 50 millones de euros y pocos
descartan que la cifra se haya quedado corta.
La pregunta que nos asalta inmediatamente es: Si un alto
ejecutivo, a base de comisiones, ha amasado 50 millones de euros ¿Cuál será el
montante total sobre el que se han aplicado los porcentajes
correspondientes? La respuesta
asusta, cabrea, repugna o sendas sensaciones simultáneamente. Si Bárcenas se hubiera embolsado un
interesante 10 %, el conglomerado delictivo del Partido Popular (ojo, se trata
solo de una elucubración fruto, sin duda, del aburrimiento), éste se habría
hecho con un nada despreciable capitalito de 500 millones de euros que, bien
administrados, dan para pagar sobresueldos, sedes suntuosas del partido, coches
oficiales y oficiosos, pisos francos o áticos de superlujo, guardaespaldas,
viajes de todo tipo, cumpleaños infantiles, primeras, segundas y terceras
comuniones, bodas, bautizos, divorcios, homenajes, mítines, algún que otro
yate, medios de comunicación a mansalva, banquetes pantagruélicos, señoritas (o
señoritos) de compañía, diputados autonómicos díscolos y un sin fin de gastos
menores sin menoscabo de la espartana contabilidad oficial, en perfecto estado
de revista cuando cualquier inspección lo requiera.
La misma tesis serviría para la denominada Trama Gürtel que
solo sería una filial, dependiente de la misma “casa madre”, que se les fue de
las manos o los insondables agujeros bancarios que obligaron a pedir un rescate
europeo que seguiremos pagando cinco o seis generaciones de pringados a
sabiendas que nos han robado y estafado muy por encima de nuestras humildes
posibilidades.
Añádanse las modestas aportaciones de cada delegación regional,
provincial o local y completaríamos el organigrama de este macro cártel que,
atendiendo a sus dimensiones e implantación nacional (e internacional),
reeditaría, elevado a la enésima potencia, el cervantino Patio de Monipodio
trasladado por asuntos prácticos a la madrileña calle Génova.
Nadie duda que ese dinerito procedería de forma directa,
indirecta o circunstancial de las arcas públicas que todos alimentamos con
mayor o menor entusiasmo y tiñe de vergüenza a cualquier votante del Partido
Popular que pueda considerarse medianamente honrado.
A pesar de todas la zancadillas de todo pelaje practicadas
al juez Ruz, éste ha cerrado un primer paquete de la “Filial Gürtel” encausando
a 40 personas físicas y jurídicas entre las que se encuentra, a título
lucrativo, el propio PP. En
cualquier país medianamente serio, el partido se habría disuelto y sus
dirigentes habrían dimitido quedando a la espera de dar con sus huesos en una
celda pero, claro, eso sería en un país medianamente serio; en España no solo
no ha sucedido sino que hay gente dispuesta a volver a votarlos.
¿Qué nos echan en el agua?
2 comentarios:
Hay que sacar toda la mierda, la de la izda y la de la derecha, ya no vale lo de los otros son los malos.Esto es sectarismo.Puedes hacer otro artículo donde aparece la corrupción de los últimos años de la zona Sur y tienes mucho material porque pareces bien informado.
Algo tengo por ahí ya escrito. No obstante, cuando, igual que Ruz, otros jueces señalen encausados para el juicio oral, volveré a hacerlo. No es tanto sectarismo como actualidad. Gracias.
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