domingo, 25 de octubre de 2015

El apretón del vago


Decía mi abuela que solo le pedía a dios que le librara de una cosa: Del apretón de un vago.  Decía que, después de estar ella trabajando y bregando una semana sin parar, aparecía el vago el último día, todo fresco y descansado, y se ponía a currar a toda velocidad para ponerse las medallas del trabajo que habían hecho los demás.  El resto se veía obligado a redoblar el ritmo, para no parecer que flojeaba, y es ahí donde te reventaba y se llevaba el mérito. Los vagos son mala gente, terminaba diciendo.

Al margen de discrepar con ella en que los vagos seamos o no mala gente, yo creo que no; debo reconocer que en lo demás lo ha clavado:  Tras cuatro años pasando de placentera rascada genital a lectura superficial del Marca y viceversa, interrumpidas brevemente para dar instrucciones telefónicas sobre cómo y dónde meter la tijera, que siempre eran consecuencia de haber recibido instrucciones telefónicas sobre cómo y dónde meter esa tijera; Rajoy ha roto a inaugurar.

Lo ha hecho, como casi todo lo que hace, midiendo bien los tiempos, que no están las cosas para desperdiciar energía y, casi sin darnos cuenta, el plazo para inaugurar ya ha finalizado y él descansa en su mullido sofá, satisfecho del deber cumplido, jugando distraídamente con los botones del mando a distancia.  Ha conseguido su objetivo: Que su imagen cortando cintas rojigualdas, como alcalde en la Vuelta Ciclista, permanezca en nuestra memoria reciente anclada en una alucinación casi lisérgica de haber visto a Rajoy “trabajando”.

Ha hecho poco, pero todo infame y con un denominador común: Impuesto por otros. No se le conoce ninguna decisión propia aparte de hacer un hueco en su agenda para ver el Tour de Francia y mandar algún que otro SMS sospechoso.  Fuera de ahí, la nada; para regocijo de las élites financieras, Ángela Merkel y sus mariachis o la gran patronal española.

En los próximos dos meses tendremos a Rajoy hasta en los cromos de la bollería infantil y, no lo descartemos, concederá entrevistas a prácticamente todos los Medios reales e imaginarios, incluido Radio-Taxi, con el irreal objetivo de hacer olvidar los 4 años anteriores. Misión imposible.  Solo le reconozco un mérito: Es el inventor de un concepto paradójico y novedoso: El ocio estajanovista.


Ya lo decía mi abuela…

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