Transitamos por un momento histórico que bien podría
considerarse la “Edad de la Paradoja”.
Los dos extremos presentes en cada acontecimiento, se hacen patentes a
simple vista pero, en vez de compensarse y anularse entre sí, se decantan en la
mayoría de los casos por la opción que más convenga a la clase dirigente. Veamos:
De la noche a la mañana nos hemos sumergido en la denominada
“sociedad de la información”. Cada
persona tiene a su disposición un sin fin de medios, entre los clásicos prensa,
radio y televisión; a los telemáticos blogs, diarios y radios digitales, redes
sociales, televisiones a la carta, informativos en streaming y plataformas
multimedia.
Lo que debiera ser un paraíso para las mentes ávidas de
información, se ha transformado en un infierno donde triunfan los mensajes
promovidos por las élites económicas, bien por la “potencia de disparo”
empleada, bien por la capacidad de distracción puesta a su servicio, bien por
los laberintos en los que se adentran los mensajes auténticos, bien por la
subjetiva sensación que dan las redes sociales de “ser escuchado”
mayoritariamente cuando, en realidad, solo son unos pocos afines los que se
hacen eco y transmiten entre sí; dando la sensación de cobertura universal a
una audiencia limitada y endogámica.
Cuando más se aparenta la pluralidad informativa, más cala
la uniformidad del mensaje, simple y visceral, difundido por los beneficiarios
del mismo.
Europa, para los europeos el sancta sanctorum de la
civilización, vive el periodo más largo de su historia sin grandes guerras en
su privilegiado suelo. Desde el fin de la 2ª Guerra Mundial, en 1945, llevamos
70 años de paz por estas tierras.
¿Seguro?
Dejando de lado el sanguinario y fratricida conflicto en la antigua
Yugoslavia, igual que el concepto de Información se ha atomizado e invadido
cada faceta de nuestra vida, las guerras ya no son lo que eran. No es necesaria una declaración solemne
ni la movilización de grandes ejércitos; la guerra silenciosa es más dañina,
sangrienta y dolorosa que la convencional. Lo impregna todo, llega hasta la sagrada seguridad del
corazón de las ciudades históricas, golpea con saña, huye y desaparece hasta el
siguiente ataque.
¿Cómo responder?
No hay un enemigo visible y la población necesita respuestas contundentes
para alimentar su ansia de venganza.
Mientras los servicios de inteligencia occidentales escudriñan el mundo
palmo a palmo, para dar los verdaderos causantes, los Medios tienen que
vendernos un enemigo con cara y unas medidas bélicas que transmitan tranquilidad
a la gente sobre la vigencia del binomio “Crimen y Castigo”. Desgraciadamente, pensando con un poco
de frialdad, podemos concluir que nada es lo que parece. Probablemente, haya que datar el comienzo de la 3ª Guerra
Mundial en 11 de septiembre de 2001, pero será lo único cierto. Todo lo demás que conocemos obedece a
unas tácticas de desinformación que nos llevan a desconocer quién hay detrás,
por qué y las respuestas y contrarrespuestas ocultas que se han venido dando
desde entonces.
La sensación de seguridad es tan necesaria como
ficticia. Para los que dominan el
mundo solo somos peones prescindibles en su tablero planetario.
Sigamos, pues, disfrutando y sufriendo nuestras glorias y miserias diarias; de lo contrario la existencia sería insoportable y dejaríamos de ser "carne útil", con las consecuencias que eso tendría...
Eso sí, en tu fuero interno nunca dejes de dudar de todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario