Admiro profundamente la capacidad de percepción
extrasensorial con que la naturaleza dotó a la raza humana. No se entendería de otro modo que
podamos caminar tranquilamente por la calle, sin tropezarnos unos con otros,
con la gran cantidad de humo que flota en el ambiente. No me estoy refiriendo a la
contaminación del aire, o también, sino a la constante difusión por nuestra
castigada atmósfera patria, de consecutivas e intensas bombas de humo que
evitan una visión general del escenario con claridad y en perspectiva.
Esa bruma dulzona que nos envuelve, está impregnada de un
aroma a beneficiosa recuperación económica tan verosímil como ese sospechoso tono, rosa
intenso, que decora los helados de fresa de a 1 euro el kilo. Farsa barata e indisimulada.
Ya azuzan con saña el “problema catalán” para que nadie,
salvo los 4 millones largos de afectados, repare en que tenemos la misma
cantidad de desempleados que hace 4 años con la diferencia de que, quienes
trabajan, lo hacen por la mitad de sueldo y en condiciones de precariedad
cercanas a la esclavitud. Y consiguen que casi nadie se fije en que la cifra del paro se mantiene aún habiendo obligado a
cerca de un millón de jóvenes a emigrar como sus abuelos o nos hagan mirar para
otro lado para no ver el escandaloso descenso en las cotizaciones a la
seguridad social que hace tambalearse buena parte del ya maltrecho Estado del
Bienestar. Por cierto, lo del
“problema catalán” lo habrían resuelto fácilmente con la celebración del famoso
referéndum pero, de haberlo hecho, habrían perdido un potente foco de
distracción.
Igual que los turrones que vuelven a casa por navidad, no se
concibe una campaña electoral sin el terrorismo en el argumentario. Una vez extinguida la amenaza de ETA,
el sangriento fanatismo islamista y sus atrocidades indiscriminadas han cogido
el relevo. Como dijo un dictador
gallego, un sanguinario tirano de apellido paradójico, “no hay mal que por bien
no venga…”. Con esa dura sombra de amenaza, nadie va a reparar en
la falacia infame de la recuperación económica cuando, en solo 4 años, la deuda
pública ha pasado del 70 al 100 % del PIB. Es decir, 30 puntos que equivalen a más de 300.000 millones
de euros en que nos hemos endeudado ¿para pagar qué, la corrupción y sus
trampas?. Es decir, es como si una familia en paro presumiera
de su bonanza económica tirando de tarjeta de crédito, sin reparar en que la
factura vendrá con retraso pero también con cuantiosos intereses.
Cuando tienes el enemigo en casa, tirado en el sofá y
vaciando tu nevera entre arrascada y arrascada genital; lo suyo es distraer la
atención criticando el color del que ha pintado la casa tu vecino. Así, cuando encontrar un cargo público
del Partido Popular que no haya metido la mano en la caja, en vez de ser la
norma se ha convertido en la excepción; cuando la corrupción emponzoña cada día
las páginas de los periódicos (y eso que los grandes medios están
“domesticados”), vamos a criticar cualquier cosa que hagan los de otro color
político, que sea bueno o no, carece de importancia; vamos a sacarle los ojos
al que emprenda una iniciativa diferente a lo habitual, aunque el enfoque
creativo ayude a resolver problemas;
No vaya a ser que la gente descubra que hay otra manera distinta y
eficiente, además de honrada, de hacer las cosas, les voten y se acabe el
chollo.
En fin, se acercan las elecciones y, como en tantas
ocasiones anteriores, un humo denso y asfixiante invade las calles. Como diferencia, al menos esta vez, le
han puesto una nota de color: Está
todo teñido de naranja…
2 comentarios:
Efectivamente cuando se avecinan elecciones la "venta de humo" es un buen negocio.
Amigo Fermín, siempre es lo mismo, pero esta vez debemos exigir cumplimiento de todo lo que se les llena la boca. El problema es cómo realizar ese cumplimiento y exigir el abandono de los escaños que ganen, si luego mienten.
Un abrazo
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