domingo, 5 de junio de 2016

De emergentes, sumergentes y detergentes


Cuando todas las encuestas coinciden en el aumento imparable de Unidos Podemos, que ya supera claramente al PSOE, descubrimos con desazón que el PP aumentaría los escaños obtenidos en 20D con el mismo número de votos. ¿Qué está ocurriendo? Sencillo, la abstención se muestra como el mayor antídoto contra las expectativas de cambio.

De una parte, está más que constatado que los votos del PP varían muy poco de una convocatoria a otra.  Da lo mismo que imputen por corrupción a la mitad de los cargos públicos del partido con el infame baldón de haber metido la mano en la caja pública con descaro, ansia y contumacia, el día de las elecciones se activa el chip que traen implantado de serie y, uno a uno, se dirigen maquinalmente a su colegio electoral con la mente vacía y el sobre lleno.

El Partido Socialista lleva ya varios años en su particular travesía del desierto pero, cuando preso de una severa deshidratación electoral, el camión del agua pactada acudía en su rescate, sufrió el pinchazo de las ruedas Chaves y Griñán que, al contrario del caso de los Populares, a sus votantes les afectan y mucho y, unen la sensación de no tenerlas todas consigo y de presentar un candidato aparentemente artificial con poca capacidad de persuasión, al desánimo de saber que los tuyos también metieron la mano en la caja.  Consecuencia: Fuga de votos o abstención antihistamínica por alergia a las alternativas.

Llama la atención un colectivo, que parece minoritario pero chillón, que utiliza las redes sociales para exigir la abstención general como el que reivindica oxígeno para sus pulmones pero sólo para los suyos.  Recuerda mucho al “comando suicida” de La Vida de Brian que, tras acudir al rescate de su héroe crucificado, se inmola en un último acto de estupidez revolucionaria.  Una de dos, o son unos iluminados de la abstención que, después de abstenerse de tomar su medicación, se abstienen de todo lo demás o una nueva variante de quintacolumnistas, que siembran la cizaña y la desafección tóxica, en todo el que tienen cerca, para servir a los oscuros intereses del que les paga.

A cuatro días del comienzo de la campaña, el amo de las cosas de los dineros y el poder, acaricia pausadamente a su gato de angora con una mano mientras, con la otra, mantiene pulsado el botón de “no hacer nada” con el que dirige a su pelele Mariano.  El viento de popa dirige su velero, otra vez, a paraísos caribeños para solaz de cuerpo, alma y cartera.  La vida es bella…  para el que puede pagarla.



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