domingo, 4 de noviembre de 2012

LA TRAGEDIA DEL MADRID ARENA. RECAPITULEMOS:



Una instalación municipal cuya correcta adaptación a la normativa vigente, en materia de seguridad, no quiso firmar ningún técnico del Ayuntamiento de Madrid para no pillarse los dedos y que, por lo tanto, no tiene los permisos exigibles a cualquier edificio que albergue eventos multitudinarios ni es sometida a las inspecciones pertinentes.

Una empresa promotora de eventos, inhabilitada para contratar con la administración por sus deudas con la Seguridad Social y otros estamentos.

Una empresa promotora de eventos con un expediente plagado de multas y sanciones (más de 50) por diferentes conceptos.

Un ayuntamiento que, para salvar la imposibilidad de contratar con esta empresa mediante el procedimiento administrativo establecido, se sirve de un contrato privado (¿legal?) para suscribir el alquiler del espacio (aún no conocemos el precio del alquiler ni si se ha satisfecho en tiempo y forma).

Un evento multitudinario cubierto por sólo ¡cuatro! agentes de seguridad privada en el interior del recinto.

Una nebulosa indescifrable a la hora de determinar cuál es el aforo legal de este espacio.

Una maraña de datos, testimonios y sospechas sobre cuál era la cifra real de asistentes a la fiesta aunque, todos los indicios, apuntan al doble de lo declarado por la empresa.

Una práctica fraudulenta, llevada a cabo en algunas otras ocasiones, consistente en encargar dos juegos completos de entradas, con la numeración duplicada, a varias imprentas; que permiten disponer del doble de entradas a la venta declarando sólo la mitad y que, como cautela necesaria, debería investigar el juez, así como los ingresos obtenidos por este concepto.

Un vicealcalde que, en el primer momento, actúa como portavoz y defensor de la empresa con cuyo propietario niega cualquier relación personal.

Un grupo incontrolado, más o menos numeroso, de asistentes que penetró en el recinto sin entrada formando una avalancha que contribuyó a aumentar el caos.

Un número indeterminado de irresponsables que, para satisfacer no sé qué impulsos estúpidos, lanzó elementos pirotécnicos en un recinto abarrotado.

Una salida en forma de embudo/ratonera con una puerta, al parecer, cerrada que fue arrancada por los asistentes que pretendían salir.

Una serie de excusas balbuceantes e inverosímiles proferidas por los responsables políticos del ayuntamiento.

Una rueda de prensa vergonzosa de la Alcaldesa de la que se puede deducir lo siguiente:  Los culpables son los jóvenes que acuden a divertirse y, como consecuencia, para evitar que vuelva a suceder, no se autorizarán más macrofiestas de ningún tipo en instalaciones municipales; que es como prohibir el tráfico para evitar accidentes, en vez de regularlo.

¿Existe un reglamento municipal que regule este tipo de eventos?  ¿Está actualizado?  Si no existiera ¿Se procederá a su elaboración?  ¿Se hará público?

Lo único que tenemos claro:

4 vidas jóvenes truncadas.
5 familias destrozadas, presas de un dolor infinito.

Nadie tiene la catadura moral necesaria para hacerse responsable y, tras poner en manos del juez toda la información y documentación que obre en su poder, dimitir de su cargo y aceptar las consecuencias en vez de hacer lo posible por ponerse a salvo pasando por encima de lo que haga falta.

Tristeza e indignación a partes iguales…


1 comentario:

Fede dijo...

Tenias razón con lo de las entradas, han vendido casi 20.000, el doble de lo declarado y eso es un delito muy grave al que hay que sumar las consecuencias tragicas. A la carcel con ellos, que no se libre ninguno, sea quien sea