Me ha venido a la cabeza esa leyenda urbana que afirma que
los doberman, a partir de su séptimo año de vida, se vuelven locos y atacan sin
motivo porque su cerebro crece más que su cráneo. Algo de cierto debe haber detrás, aunque no referido a los
perros sino a los seres humanos. ¿Humanos?
No encuentro otra explicación que justifique las matanzas en
nombre de dios, de cualquier dios, perpetradas a lo largo de la historia.
Si tengo que tolerar que un grupo numeroso de personas, no
solo crea en la existencia de un ser superior dotado de superpoderes, sino que
trate de imponerme, por las buenas o a la fuerza, la obligatoriedad de esas
creencias; no me queda más remedio que defenderme negando su existencia y, por
tanto, rechazando cualquiera de sus dogmas, ritos y liturgias. Me da igual que sea único y verdadero,
uno y trino, múltiple o extraterrestre; me importa un pimiento que se le llame
Zeus, Dios, Alá, Jehová, Shiva, Selenita, Mortadelo o Vulcaniano; todos y cada
uno de ellos son fruto de la imaginación humana y nadie merece morir por la
invocación de su nombre.
Detrás de la religión, detrás de todas las religiones, solo
está el poder y la lucha por obtenerlo.
Un poder nada místico ni espiritual, al contrario, PODER con mayúsculas,
de ese mundano y vulgar que persigue dominar voluntades y lograr un ejército de
fieles que luchen en su nombre para lograr someter a cuantas más personas
mejor.
En su lucha por el PODER, la mal llamada “Sociedad
Occidental” ha cometido muchos errores: El primero, quizá, ha sido el de
subestimar y despreciar a todas las organizaciones sociales que no son la suya
y, como consecuencia, tratar de imponer su voluntad con las armas o mediante
complejas jugadas estratégicas, que terminaban también usando las armas, para acaparar
determinados bienes terrenales (petróleo, por ejemplo) y que han terminado por
volvérseles en contra. El
paradigma de Al-Qaeda va camino de convertirse en una nimiedad al lado de la
virulencia y capacidad destructiva del Estado Islámico y sus invisibles tentáculos
durmientes infiltrados en nuestra sociedad.
¿Qué tipo de argumentos usan para anular la conciencia
humana y convertir a personas normales en asesinos sanguinarios dispuestos a
matar y morir con la única condición de hacer el máximo daño posible? No lo sé. Lo que sí sé es que no se puede asustar a quien no tiene
miedo, solo conseguiremos que empleen tácticas más sofisticadas para evitar ser
descubiertos. Si esos “desalmados”
han llegado a ese punto a través de la “seducción” de unas ideas tan
fantásticas como discutibles, alguien tendrá que encontrar la tecla para
disponer de otros argumentos que los anulen. Aunque, claro, para poder conseguir ese objetivo tendríamos
que echar mano de nuevo de la religión, nueva o antigua da lo mismo. Un clavo saca a otro clavo.
Cuando un ser humano entra en ese círculo destructivo sin
otro final que la muerte propia o ajena, ya no queda el más mínimo vestigio de
aquel niño inocente que sonreía mientras jugaba. ¿En qué momento se perdió? ¿Por qué?
2 comentarios:
Me ha encantado tu reflexión,yo tampoco comprendo como reclutan jóvenes mediante argumentos que cualquier persona con un mínimo de inteligencia sabría que solo buscan causar daño a aquellos que no creen en el Islam , y respecto a tu conclusión yo tampoco sabría decir el por que de ello ni en que momento se pierde esa persona que decide luchar por ellos( los terroristas) .
Los terroristas son creados como herramientas, para los intereses de los poderes facticos.Los captan igual que las sectas, y actualmente hay mucho cerebro vacio , fáciles de manipular. Realmente aquí el único dios asesino y culpable de todo esto , es el dios Dinero , Capital y Poder.¡¡
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